La semana pasada, la usuaria de Twitter @cosmicienta compartió su terrible experiencia viviendo en el edificio Bacatá, proyecto que comenzó su construcción hace una década y que solo llegó al 70 % por falta de dinero.

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Su testimonio pareció alentar a más personas a quejarse por el estado del edificio, pues la prestación de servicios públicos sería pésima y ni los ascensores funcionarían de manera adecuada.

Residentes del Bacatá exponen que nada funciona bien

Sebastián Guzmán, residente de un apartamento del piso 39 desde octubre de este año, contó a El Tiempo que hay días que las filas para acceder a los ascensores “son peores que en Transmilenio, ya que de los cuatro que hay solo suelen funcionar dos.

“No solo es hacer las filas, es saber que el ascensor va a parar siete u ocho veces para poder llegar al piso porque en ocasiones solo funciona uno”, explicó.

El hombre también indicó que el servicio de acueducto es realmente deficiente. “Hay momentos en que no hay agua, entonces me toca ir a bañarme al gimnasio del segundo piso y volver, porque, claro, tengo que hacer cosas”.

Asimismo,  Santiago Ramos, otro residente del edificio, relató que hay tantas irregularidades en la prestación de servicios públicos que ni recibo de luz le llega.

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Otros habitantes del ambicioso proyecto señalaron en diálogo con el rotativo que en algunas oportunidades abren la llave del lavamanos e inexplicablemente sale un líquido azul. María Alejandra Rodríguez detalló que decidió grabar la situación y enviársela al propietario del apartamento y a los administradores del edificio. Sin embargo, nunca le explicaron por qué ocurría esto.

Pese a la amplia difusión de las quejas de los residentes, aún no reciben una respuesta que les brinde ilusión. Ni los arrendatarios, ni la firma inmobiliaria les han dicho si serán reparados por los perjuicios causados o si los daños serán arreglados.