“No hay una sola captura, no le han tomado fotos a ningún campamento. Se coincide en que es (…) una sigla de algo que existió y que sigue siendo utilizado” para amenazar con distintos propósitos, explica Camilo González Posso, presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz.

De acuerdo con la Policía y analistas, las ‘Águilas Negras’ (organización clandestina y antiguerrillera que se creía oficialmente extinguida, pero que revivió con el logo de una águila de alas negras, cabeza y cola blancas, con las patas agarrando dos fusiles) puede tratarse de una fachada tras la cual se esconden políticos, remanentes de paramilitares e incluso particulares con el fin de amedrentar.

Las amenazas apuntan a “sectores de oposición, organizaciones sociales (y) movimientos de protesta”, nunca a “sectores de ultraderecha”, lo que explica que sus víctimas le atribuyan un tinte político, apunta el analista González Posso.

La impunidad alimenta este fenómeno, afirma por su parte el investigador de la ONG Somos Defensores, Leonardo Díaz.

Y aunque no se ha informado oficialmente de capturas o de asesinatos recientes de Águilas Negras, la Defensoría del Pueblo llamó la atención sobre un grupo que opera bajo ese nombre en barrios del suroeste de Bogotá, donde conviven líderes sociales desplazados por el conflicto y exintegrantes de grupos armados.

Policía Bogotá

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El siniestro nombre se escuchó por primera vez a principios de siglo en el noreste del país, cerca de la frontera con Venezuela. Bajo ese término se agruparon unos 800 paramilitares, según la estatal Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación.

Luego de la desmovilización de las milicias de extrema derecha (que llegaron a sumar unos 30.000 hombres en todo el territorio), las siglas cayeron en un olvido relativo, hasta poco después de la firma de la paz con las Farc en 2016.

Entonces se desató un nuevo ciclo de violencia, con asesinatos selectivos, amenazas y destierros, en las zonas dejadas por los guerrilleros que no fueron ocupadas rápidamente por el Estado, donde persiste el narcotráfico.

Dentro de los responsables, sobre todo de las intimidaciones, se repite un nombre: el de las ‘Águilas Negras’, cuya ola de terror ha golpeado lugares del país tan alejados unos de otros, como la ciudad de Cali en el suroeste, Soacha en el centro o Aguachica en el noreste entre 2016 y 2017, según la Fundación Ideas para la Paz.

Los panfletos con ultimátum que llevan esa marca tienen como destinatarios a opositores como el excandidato presidencial Gustavo Petro, activistas de derechos humanos e indígenas que promueven los acuerdos de paz y defienden sus territorios.

Gustavo Petro

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El tema ha escalado hasta convertirse en “prioritario” para las autoridades por la “zozobra e intranquilidad” que genera, indica el coronel José Restrepo, del cuerpo élite de la policía que indaga amenazas a activistas.

Pero el cuerpo especializado de la Fiscalía, creado hace cerca de un año para este tema, aún no ha logrado determinar qué es o quiénes son las Águilas Negras.