La investigación, que abarca 3.228 informes sobre su uso, incluso determinó que 300 de los afectados quedaron con discapacidades permanentes como resultado de las lesiones.

Los proyectiles en cuestión son los denominados KIP; proyectiles de impacto cinético, por su sigla en inglés. El uso de una de sus variantes incluso ha sido denunciado como violatorio de los derechos humanos por Human Rights Watch.

El BMJ también señala que los puntos de impacto más letales fueron en el cuello y en la cabeza, pero que en otras partes del cuerpo han demostrado ser capaces de generar lesiones graves en la piel, dependiendo de la distancia del disparo y de cuán oportuna fue la asistencia recibida.

“Dada su inexactitud inherente, el potencial de mal uso y las consecuencias para la salud asociadas de lesiones graves, discapacidad y muerte, los KIP no parecen ser armas apropiadas para su uso en entornos de control de multitudes”, concluye el Journal.

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Asimismo advierte y urge por “establecer pautas internacionales sobre el uso de armas de control de multitudes para prevenir lesiones y muertes innecesarias”.

Estos datos se suman a la cifra de una oenegé que indica que son 34 las personas que han muerto por acción del Esmad en los últimos 20 años.

Aún así, el Gobierno ha reiterado que la labor y la continuidad del cuerpo antidisturbios no se encuentra en discusión ni se contempla que entre a estarlo.