El presidente estadounidense, Joe Biden, llegó este martes a Ginebra en víspera de la primera cumbre con su homólogo ruso, Vladimir Putin, una reunión difícil en la que pretende señalarle las “líneas rojas” para evitar un mayor deterioro de la relación.

El avión presidencial Air Force One aterrizó por la tarde en el aeropuerto de Ginebra, procedente de Bruselas, donde Biden reafirmó su voluntad de relanzar las relaciones transatlánticas y enviar un mensaje claro a Rusia. Las medidas de seguridad son extremas parca el encuentro.

“Nuestra alianza es fuerte. La OTAN está unida y Estados Unidos ha vuelto”, dijo. Y las relaciones son más tranquilas. La Unión Europea y Estados Unidos anunciaron el martes una tregua para resolver la disputa de 17 años entre Airbus y Boeing que ha envenenado las relaciones entre los dos grandes bloques económicos.

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En cambio, Biden ha adoptado un tono firme en los últimos días, prometiendo que le dirá cuáles son las “líneas rojas” que no debe cruzar.

“No busco un conflicto con Rusia, pero responderemos si Rusia continúa sus actividades dañinas”, apuntó el presidente estadounidense.

Esta cumbre es el punto culminante de su primer viaje al extranjero y es un asunto de alto riesgo para Biden. Es el quinto presidente estadounidense con el que se reunirá Putin desde que llegó al poder a finales de 1999.

En una entrevista con la cadena NBC, Putin dijo esperar que el presidente demócrata se muestre menos impulsivo que su predecesor republicano. Pero aprovechó la ocasión para calificar a Donald Trump como un hombre “talentoso”.

Los temas de discordia son numerosos: Ucrania, Bielorrusia, la suerte del opositor ruso encarcelado Alexéi Navalni, los ciberataques…

La Casa Blanca puso el listón muy bajo, al asegurar que no se esperan grandes anuncios, pero que se busca que a largo plazo las relaciones entre ambos países sean más “estables y predecibles”.

Durante la cumbre del G7, en Cornualles (Reino Unido), Biden insinuó una forma de fatalismo. “Porque es Putin”, respondió a una pregunta sobre la ineficacia de las advertencias y sanciones contra el gobierno ruso.

Para los expertos, el mandatario ruso ya consiguió lo que quería: una cumbre como muestra de la importancia de Rusia.

“El mundo lleva 18 meses con una pandemia que lo ha golpeado terriblemente. El encuentro de Ginebra representa una oportunidad para que los presidentes de Estados Unidos y Rusia infundan un poco más de optimismo, un poco más de esperanza en la política mundial”, declaró el anfitrión, el presidente suizo, Guy Parmelin, en una rueda de prensa tras una reunión con Biden.

Cinco horas de discusiones entre Biden y Putin

Ambos líderes hablarán con la prensa por separado el miércoles después del encuentro. No está prevista una conferencia de prensa conjunta.

La que siguió a la reunión entre Trump y Putin en Helsinki en julio de 2018 sigue en la mente de todos en Washington.

En un extraño ejercicio, que había generado críticas hasta en sus partidarios, Trump pareció dar más valor a las palabras del ex hombre fuerte de la KGB que a las conclusiones unánimes de las agencias de inteligencia estadounidenses sobre la injerencia rusa en la campaña presidencial de 2016.

Durante los seis primeros días de su viaje, Biden ha buscado, en una serie de cumbres (G7, OTAN, UE-EEUU), tranquilizar a los aliados de Estados Unidos.

Marcando el contraste con las sacudidas de los años de Trump, insistió en que Estados Unidos estaba de regreso en la mesa del multilateralismo, decididos a jugar un papel clave, desde la lucha contra la pandemia de covid-19 al cambio climático.

Biden y Putin se encontrarán en la Villa La Grange, una magnífico edificio del siglo XVIII, ubicado en el corazón de la ciudad y de su parque más grande con una vista impresionante del lago Léman.

Según el Kremlin, las discusiones, que comenzarán a las 13H00 (11H00 GMT), durarán entre cuatro y cinco horas. Los jefes de la diplomacia estadounidense y rusa, Antony Blinken y Serguéi Lavrov, participarán en las sesiones de trabajo.

La ciudad está bajo estricta seguridad, pero un pequeño grupo de de manifestantes quiso mostrar su apoyo a Navalni, en prisión tras sobrevivir a un envenenamiento que atribuye al Kremlin. Muchos coreaban “Una Rusia sin Putin”.

Ginebra ya había acogido una cumbre todavía más histórica: el primer cara a cara entre Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov en 1985, una reunión de tres días que marcó el inicio del deshielo de la Guerra Fría.