Incluso en una ciudad como la suiza Ginebra acostumbrada a las funciones diplomáticas, la cumbre entre los presidentes de Estados Unidos y Rusia supone un evento de magnitud, rodeado de un despliegue de fuerza titánico para garantizar su seguridad.

Desde hace más de una semana, la Villa La Grange y el adyacente parque, donde Joe Biden y Vladimir Putin deben encontrarse durante unas horas el miércoles, están rodeados por unas barreras metálicas rematadas por alambres.

Todo el barrio y sus alrededores están cerrados y los barcos fondeados en el lago deben zarpar o corren el riesgo de encontrarse frente a frente con lanchas armadas.

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Además, tropas de soldados suizos se han apostado ante las representaciones rusa y estadounidense, separadas por apenas unos centenares de metros, para apoyar a la policía diplomática de Ginebra, encargada de la protección exterior de numerosas embajadas de la ciudad.

No lejos del edificio de las Naciones Unidas, a apenas unas decenas de metros de la embajada rusa, el icónico hotel Intercontinental se va a convertir en una fortaleza para hospedar a Joe Biden.

El presidente estadounidense dormirá en la ciudad antes de la cumbre, mientras que su homólogo ruso no llegará hasta el miércoles, justo a tiempo para la reunión.

El trabajo de la policía ginebrina es titánico, lo habéis visto. Pueden contar con el apoyo del ejército, otras policías cantonales y cuerpos locales para poner en marcha este gigantesco dispositivo“, señaló Stéphane Theimer, vicedirector de la policía federal suiza.

Alrededor del 95% de los policías ginebrinos estarán desplegados junto a 900 agentes de refuerzo llegados de otras partes de Suiza.

El ejército del aire suizo está encargado de asegurar la vigilancia del cielo en caso de violación del espacio aéreo cerrado en un radio de 50 kilómetros. Incluso se desplegaron baterías antiaéreas.

Para evitar verse atrapada por los gigantescos convoyes presidenciales, la ciudad llamó a sus habitantes a trabajar ese día desde casa.

Joe Biden y Vladimir Putin: seis meses de intercambios mordaces

Joe Biden ha mostrado desde su elección una gran firmeza frente su homólogo ruso, lo que ha provocado comentarios mordaces que han dado mucho de que hablar.

“He dicho claramente al presidente Putin, de una manera muy diferente a mi antecesor (Donald Trump), que el tiempo en que Estados Unidos se sometía a los actos agresivos de Rusia (…) se acabó“, advirtió Biden el 5 de febrero.

Citó la injerencia rusa en las elecciones estadounidenses, los ciberataques y “el envenenamiento de ciudadanos”, en referencia al opositor Alexéi Navalni.

“No dudaremos en hacer a Rusia pagar un costo muy alto y en defender nuestros intereses“, agregó.

Al día siguiente, la portavoz de la presidencia rusa replicó: “Es una retórica muy agresiva y no constructiva, nosotros lo lamentamos“.

En una entrevista televisiva, Biden provocó la primera crisis diplomática de su mandato.

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“¿Usted piensa que (Putin) es un asesino?”, le consultó el periodista. “Sí, lo pienso”, le respondió sin precisar si era una referencia a Navalni. “Usted verá pronto el precio que él va a pagar”.

Consultado sobre las injerencias electorales de Rusia en 2016 y 2020, repitió que Putin “pagará las consecuencias”.

“Hemos tenido una larga conversación, él y yo. Lo conozco bien”, señaló el gobernante demócrata. “Yo le dije: ‘lo conozco y usted me conoce, si yo concluyo que usted hizo esto, esté preparado” para enfrentar las consecuencias, agregó.

El gobierno ruso llamó a consultas a su embajador en Estados Unidos en ese momento.

“El que lo dice lo es”

Al día siguiente, Putin replicó en tono de mofa: “¡El que lo dice lo es! No es solo una expresión infantil, una broma (…) uno siempre ve en el otro las características de uno mismo“, insistió.

AFP
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“Nosotros defenderemos nuestros propios intereses y trabajaremos con (los estadounidenses) en condiciones que nos sean ventajosas“, agregó.

Propuso una “conversación” trasmitida en directo: “Será interesante para el pueblo ruso, para el pueblo estadounidenses y para muchos otros países“.

Estados Unidos guardó silencio.

“Esta es otra ocasión desperdiciada para salir del callejón sin salida en las relaciones ruso-estadounidenses producido por culpa de Washington”, lamentó el gobierno ruso.

“Llegó el momento de la desescalada”

El 15 de abril, Biden firmó sanciones contra Rusia “si continúa interfiriendo en nuestra democracia”, una referencia al gigantesco ciberataque de 2020.

Tales sanciones, las más duras desde el gobierno de Barack Obama, se suman a las medidas adoptadas en marzo tras el caso de Navalni.

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“Llegó el momento de la desescalada”, dijo, proponiendo una cumbre bilateral “este verano en Europa” para “iniciar un diálogo estratégico sobre la estabilidad” en materia de desarme y seguridad.

“Lo espero y lo creo”

El 4 de mayo, Biden repitió que esperaba reunirse con su par ruso. “Lo espero y lo creo. Trabajamos para eso”, manifestó.

A mediados de abril propuso un encuentro. Putin dejó que su portavoz respondiera y el Kremlin aseguró que estaba estudiando las “fechas concretas”

“Ellos violan los derechos “

“Me voy a encontrar con el presidente Putin en dos semanas en Ginebra”, anunció Biden el 30 de mayo. “Y le diré claramente que no permaneceremos de brazos cruzados mientras ellos violan los derechos [humanos]“.

No nos hacemos ilusiones y no tratamos de dar la impresión de que habrá un avance, de decisiones históricas que provoquen cambios fundamentales”, respondió el 1 de junio el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov.

“Machista”

Respondiendo el pasado sábado a una pregunta sobre el calificativo de “asesino” que le dedicó Biden, Putin lanzó una risita y dijo: “Estoy acostumbrado a los ataques de todas partes que usan cualquier pretexto y razón (…) y nada me sorprende”. Putin aseguró que la palabra “asesino” es un término “machista” propio de Hollywood.

Este tipo de discursos “forman parte de la política estadounidense, donde se considera algo normal. Pero aquí no lo es”, agregó.