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El partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente de Avellaneda y la Universidad de Chile terminó en una vergonzosa batalla campal que dejó un saldo de al menos diez heridos y un centenar de detenidos, la mayoría chilenos. El encuentro fue cancelado por la Conmebol debido a la falta de garantías de seguridad, en una noche que volvió a manchar el fútbol sudamericano y que desnudó, una vez más, las complejas raíces de la violencia en el deporte.
Los incidentes en las tribunas ocurrieron en el arranque del segundo tiempo, en el minuto 48, cuando el partido de vuelta de octavos iba 1-1. Estos sucesos violentos, que escalaron hasta convertirse en una cacería humana en las tribunas del estadio Libertadores de América, no fueron un hecho aislado. Para entender la anatomía de esta tragedia, conversamos con Fernando Segura, sociólogo del deporte, quien ha estudiado en profundidad estos fenómenos en diferentes lugares del mundo y actual profesor en el Tec de Monterrey campus Querétaro, México.
Según recordó Segura, la violencia de este encuentro comenzó a gestarse desde el partido de ida en Chile, con provocaciones y el robo de banderas, un acto que, en los códigos no escritos de las barras bravas, tiene un peso significativo. “Consumado el hecho, es una secuencia de tragedias que han llevado al escándalo”, dijo.
“Hubo algunos conatos de violencia, de agresiones, algunas banderas que habían sido robadas a los hinchas de Independiente. Robar una bandera en el mundo del fútbol, entre comillas, en el folclore del fútbol, se paga generalmente con la venganza. El clima era tenso”, explicó el sociólogo.




Durante el partido de vuelta en el estadio de Avellaneda, hinchas del equipo visitante, ubicados en la tribuna superior, comenzaron a arrojar todo tipo de proyectiles hacia los simpatizantes locales que se encontraban debajo, incluyendo sillas, piedras y palos. La situación se descontroló y derivó en una brutal respuesta de la barra local.
La anatomía de un estallido
Fernando Segura desmenuza los factores que confluyeron en el desastre, subrayando que la violencia en el fútbol es un fenómeno recurrente y global.
“Es recurrente en el mundo del fútbol que, de cada tanto, en algún país, puede ser a veces en Francia, puede ser a veces en México, en Argentina, en Brasil, en Chile, en Colombia, en Indonesia, se da un episodio de violencia. A veces es un enfrentamiento entre los hinchas y la policía, a veces entre una propia hinchada que está en disputa por el control de la tribuna, a veces entre aficionados rivales como ocurrió aquí”, detalló.
El sociólogo apuntó a una predisposición al enfrentamiento que va más allá de un simple partido. Señala que había una “disposición previa de las aficiones, de las hinchadas, a agredirse verbalmente, a provocarse”. Esa tensión escaló de los proyectiles al enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
“Podemos atribuir varias hipótesis: el exceso de pasión que hay en el fútbol, cierta inclinación previa al combate, que también es lo que podemos agregar dentro de los ingredientes a la explicación del hecho del miércoles. Había una disposición previa de las aficiones, de las hinchadas a agredirse”, afirmó Segura.
Un elemento crucial en la escalada fue la dinámica interna de la propia barra de Independiente, que se encuentra dividida en dos facciones. La facción principal, según el experto, se vio obligada a actuar para “salvar el honor” y “proteger” a sus hinchas que estaban siendo agredidos desde la tribuna superior.
“Una parte del estadio le estaba pidiendo a gritos a la barra de Independiente que fuera a defender al sector que estaba siendo agredido. Entonces también había una incitación que ponía a la barra de Independiente en ese papel”, contextualizó.
¿Fallas de seguridad?
Una de las grandes interrogantes de la noche fue la aparente inacción policial y la falta de medidas de contención efectivas. No se observó una presencia policial en la tribuna que pudiera prevenir o disuadir los enfrentamientos. Además, se cuestiona la retirada de una malla de contención que separaba a ambas hinchadas.
“Lo principal que salta a la luz de lo ocurrido es cómo puede estar una barra que tiene cierto antecedente de violencia en una tribuna encima donde hay una parte sustancial de la barra de Independiente”, cuestionó Segura. “Dicen, y todavía tenemos que investigar, qué pasó que se retiró una malla de contención entre esas dos tribunas que generalmente ese estadio solía tener. Se retiró porque fue una indicación de Conmebol, ¿por los estándares de Conmebol?, ¿se retiró por indicaciones de autoridades locales en Argentina? no se sabe”.
El sociólogo explica que, a menudo, los protocolos para partidos internacionales impiden que la policía permanezca dentro de las tribunas, lo que retrasa su intervención hasta que la violencia ya ha estallado.
La Conmebol, máximo organismo del futbol suramericano, tomó la decisión de cancelar el partido y el caso será derivado a los Órganos Judiciales. “En el marco de la suspensión y posterior cancelación del partido, la Confederación se encuentra recopilando datos y procesando información, los cuales están siendo remitidos a la Unidad Disciplinaria para la aplicación de las sanciones correspondientes”, indicó el organismo rector del fútbol sudamericano en un comunicado.
La investigación llevará días y las sanciones pueden llegar para ambos equipos. Se espera una sanción, pero Segura es escéptico sobre la posibilidad de que esto genere cambios profundos y duraderos. “Generalmente, cuando ocurren estos hechos, lo primero que sucede en términos de impacto mediático es intentar pasarse las responsabilidades y acusarse las partes, o intentar salvar su, digamos, el prestigio de cada parte”, comentó.
Para el experto, el ciclo de la violencia se perpetúa porque, tras la catarsis mediática inicial y las sanciones, no se realizan investigaciones profundas ni se implementan medidas preventivas efectivas que incluyan a todos los actores, especialmente a los aficionados.
“Generalmente lo que se trata de hacer es atender la presión mediática que hay sobre el asunto y una vez que se calma, se calman las aguas, el fútbol continúa y no sabemos quién… todo estado, ningún estado quiere atribuirse responsabilidades en esto”, concluye.
La tragedia de Avellaneda, aunque esta vez sin víctimas fatales, sirve como un crudo recordatorio de que la violencia en el fútbol es un problema complejo que no se resuelve únicamente con sanciones, sino que requiere de un análisis profundo, diálogo, incluso con los más olvidados, los propios hinchas involucrados, enfatizó Fernando Segura.
Repercusiones políticas
La brutalidad de las imágenes generó una reacción inmediata a todos los niveles, incluso diplomáticos. El presidente de Chile, Gabriel Boric, condenó la violencia. “Dada la gravedad de lo sucedido ayer en Argentina con el inaceptable linchamiento de chilenos en el estadio de Independiente, he instruido al ministro del Interior, Álvaro Elizalde, que viaje a Buenos Aires para, junto con el Embajador, acompañar personalmente a los heridos y revisar la situación de los detenidos”, expresó el mandatario en su cuenta en X.
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