Por: RFI

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Este artículo fue curado por pulzo   Jun 25, 2025 - 8:15 am
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La Triple Frontera (Paraguay, Brasil y Argentina) fue hasta hace poco una zona olvidada por las autoridades, aunque ya era un cruce de numerosos tráficos: mano de obra, prostitución, lavado de dinero, armas y drogas. Con el paso de los años, se ha convertido en una importante vía de tránsito de drogas, especialmente hacia Europa. Un informe de la periodista de RFI, Isabelle Le Gonidec.

Las principales fuentes ilegales de ingresos en la Triple Frontera son la cocaína, el cannabis, los opiáceos, la trata de personas, el robo, el tráfico de armas, los delitos medioambientales y la minería ilegal, según una investigación del sitio Insight Crime (2021).  Además de los puentes, los intercambios entre las orillas de los ríos y entre los países también se realizan en barcazas. Y al final del trayecto, están los puertos de Brasil, Argentina o Uruguay que dan al océano Atlántico. La cocaína, cultivada en Perú o en Bolivia –donde la producción está en auge– llega a la región de la Triple Frontera por carretera, por vía aérea en pequeños aviones (narcoavionetas) que aterrizan en aeropuertos clandestinos, o por alguno de los ríos de la subregión. Y suele salir de allí en barco, en esos enormes buques portacontenedores que se dirigen hacia el océano.

Las redes de la Triple Frontera

El destino de la droga es principalmente Europa. Los carteles mexicanos se enfocan en América del Norte, mientras que los que operan en esta región tienen como objetivo el otro lado del Atlántico: un mercado más pequeño pero donde la droga puede venderse a un precio mucho más alto.

Varios grupos intentan controlar este lucrativo negocio. El más mencionado es el PCC brasileño, el Primer Comando da Capital, que estaría detrás del “tsunami de cocaína” que ha invadido Europa en los últimos años, según la expresión de un responsable francés. Sus puntos de entrada son los puertos de España, Portugal y Bélgica, y más recientemente los Países Bajos, gracias a la cooperación con redes marroquí-holandesas. Esta organización, que cuenta con más de 100.000 “miembros”, también ha establecido vínculos con la “Ndrangheta calabresa”, las mafias de Europa del Este y la mafia nigeriana Black Axe.

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Si bien existen rivalidades entre carteles y grupos de traficantes que se enfrentan violentamente, también pueden cooperar, confirma Michel Gandilhon, experto en seguridad y defensa en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios (Cnam) en París y especialista en tráfico de drogas: “Existe un sistema de cooperación internacional muy desarrollado, en el que participan diversos actores, y la cooperación es transfronteriza”. Gandilhon nos da como ejemplo el laboratorio de metanfetamina desmantelado en mayo pasado en Var, en la región de Toulon, al sur de Francia: “Es la primera vez que se desmantela un laboratorio de metanfetamina en Francia cuyo origen está en México… (En este caso) se encontró involucrada la criminalidad local de Var, el cartel de Sinaloa, ciudadanos chinos… Los precursores venían de China… ‘Vitaminas’ que estaban destinadas al mercado australiano con asesores mexicanos”.

Ningún mercado escapa a la globalización, según Michel Gandilhon, quien ha trabajado mucho sobre la maritimización del crimen ante el fuerte crecimiento del transporte en contenedores: entre 1970 y 2023, el volumen de mercancías transportadas por vía marítima pasó de 2 605 millones de toneladas a casi 11 000 millones de toneladas. “Se estima hoy que de los 90 millones de contenedores que llegan cada año a los grandes puertos europeos, entre el 2 % y el 10 % son efectivamente inspeccionados”, explica. La Unión Europea, por su parte, lanzó en enero de 2024 una Alianza Europea de Puertos para coordinar la lucha contra el tráfico ilícito.

Brasil, el principal mercado de cocaína en América Latina

Ya sea cocaína o sus derivados (crack, bazuco o pasta base), en América Latina los dos mercados más grandes son Brasil y Argentina. Y los países de la Triple Frontera no son solo territorios de tránsito. También son países productores (pasta base en Argentina, cannabis en Paraguay). Y donde hay tráfico, hay consumo, con las consecuencias en salud y seguridad pública que esto implica. “Actualmente, los productos derivados de la cocaína están presentes en casi todos los estratos sociales: los pobres y muy pobres consumen crack, pasta base; las clases medias-altas consumen cocaína… No me sorprendería que, en términos de facturación, América Latina sea hoy el primer o segundo mercado mundial”, insiste Michel Gandilhon, investigador del Cnam, institución pública de educación superior y de investigación.

Brasil es el principal mercado de cocaína en América Latina y uno de los principales del mundo. El consumo interno ha crecido significativamente, sobre todo en los estados del sur, los más ricos, señala Gandilhon. Uruguay, país vecino que no está estrictamente dentro de la zona de la Triple Frontera, pero que comparte ríos con sus vecinos, se ha convertido en un punto de exportación de droga y ha enfrentado en los últimos años problemas de inseguridad que fueron tema central en la última campaña electoral. “En los últimos meses, las policías europeas han descubierto varias toneladas de droga en barcos procedentes de Montevideo, ocultas en harina de soja o sacos de arroz. Soja, frutas, madera… son muchas las mercancías susceptibles de ocultar droga.

La lucha contra el narcotráfico

Los países fronterizos establecieron en 1996 una coordinación aduanera y policial encargada de combatir el crimen organizado (acuerdo de Puerto Iguazú), a la que se sumaron los Estados Unidos en 2002, tras los atentados de septiembre de 2001, con el pretexto de la lucha contra el terrorismo internacional. Sin embargo, esta coordinación pronto demostró estar desprovista de medios frente a los recursos de las organizaciones criminales, y Washington desvió su atención hacia otros territorios. El Mercosur también implementó herramientas de cooperación y vigilancia y, en 2018, Brasil propuso —sin éxito— la creación de un organismo policial conjunto, el Mercopol, inspirado en Europol.

En enero de 2024, Patricia Bullrich, nueva ministra de Seguridad del gobierno de Javier Milei, se desplazó a la Triple Frontera para inaugurar un centro de inteligencia y análisis sobre actividades criminales. El fortalecimiento de la lucha contra el narcotráfico, pero también contra el terrorismo internacional, están en el centro de las misiones de este centro, aseguró Bullrich, según informó Noticias Financieras en enero de 2024. Dos meses más tarde, los medios informaban que el presidente Milei había firmado un acuerdo que autoriza a una unidad de ingenieros del ejército de Estados Unidos a instalarse en la hidrovía Paraná–Paraguay para una misión de “intercambio de inteligencia y gestión”. Cabe señalar que Estados Unidos también está reanudando su presencia militar en Ecuador: el presidente Noboa autorizó a tropas del ejército estadounidense a establecerse en el archipiélago de Galápagos, donde ya habían tenido una base, La Roca, desmantelada en 1946. Finalmente, en febrero de 2025, Argentina y Paraguay reactivaron su cooperación en materia de seguridad mediante la firma de la denominada declaración de Clorinda.

Según el investigador argentino Lucas Paulinovich, las presiones de Washington —y la cercanía entre los presidentes Trump, Milei y Noboa— no son ajenas a esta voluntad de reforzar la cooperación. Michel Gandilhon también señala la rivalidad entre Estados Unidos y China: las importantes inversiones chinas en los puertos latinoamericanos son motivo de preocupación para Washington —basta recordar la reciente crisis en torno al canal de Panamá. Para el crimen organizado chino, “la cocaína se convierte en un tema crucial porque China es probablemente el mercado del futuro para esta droga… la clase emergente china consumía muchos estimulantes anfetamínicos producidos en el sudeste asiático, especialmente metanfetamina, pero la cocaína sigue siendo un producto mucho más ‘amigable’, (además) estamos viendo una fuerte tendencia al alza en las incautaciones de cocaína en los puertos chinos. Es un mercado potencialmente enorme para el crimen organizado, para las tríadas”, nos explica Michel Gandilhon.

La Triple Frontera, con sus múltiples redes internacionales, es un laboratorio para el crimen organizado, que no cesa de inventar nuevas formas de acción para aumentar sus beneficios. También representa un desafío para los Estados ribereños, que deben coordinar sus acciones para frenar el tráfico y, a nivel interno, erradicar la pobreza y la corrupción, garantizar el acceso a la educación y la salud… secar el terreno fértil que alimenta las redes del narcotráfico.

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