“Sí, es verdad, se está enderezando”, aseguró Roberto Cela, director de la Ópera Primaziale Pisana (OPA), la asociación a cargo de los principales monumentos de Pisa.

“Hemos instalado una serie de tubos subterráneos, en el lado donde se inclina la torre, eliminamos el material del sótano gracias a perforaciones realizadas con mucho cuidado. Gracias a ese sistema recuperamos la mitad de la pendiente”, dijo el ingeniero.

Nunziante Squeglia, un profesor de ingeniería de la Universidad de Pisa, forma parte del grupo de monitoreo del monumento y lleva estudiando y midiendo la torre desde hace 25 años.

Para comprender el movimiento de un monumento que pesa 14.500 toneladas, las mediciones se realizan cada hora, algunas con relojes automáticos, otras utilizando instrumentos manuales.

“La torre tiende a deformarse y a reducir su inclinación en verano, cuando hace calor, porque se inclina hacia el sur, de modo que la cara sur se calienta y la piedra se dilata. Al dilatarse se endereza”, explica Squeglia.

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“La torre era un misterio cuando llegué, no sabíamos realmente por qué se inclinaba y por qué el fenómeno se acentuaba”, confiesa el experto.

Según el ingeniero, pese a que ha sido estudiada desde todos los ángulos posibles desde hace más de un siglo, la torre aún conserva muchos secretos, como los restos de una edificación interna cuya función es inexplicable.

Cabe recordar que el monumento de mármol, declarado en 1987 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, tuvo que permanecer cerrado al público durante once años, entre 1990 y 2001, para frenar ese fenómeno, debido a que la inclinación llegaba hasta los 4,5 metros con respecto a la vertical.