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Las conversaciones auspiciadas por Turquía y Qatar concluyeron sin avances tras tres días de tensiones y acusaciones mutuas. Islamabad exige a Kabul contener al Movimiento de los Talibanes de Pakistán, mientras los afganos rechazan permitir incursiones extranjeras en su territorio.
Las negociaciones entre Afganistán y Pakistán para alcanzar una tregua de larga duración, tras los mortales enfrentamientos de mediados de octubre, concluyeron sin resultados, informaron este martes fuentes cercanas al proceso.
A pesar de los esfuerzos diplomáticos de Turquía y Qatar, ambas partes se retiraron de la mesa de diálogo en Estambul sin lograr un acuerdo que ratifique el alto el fuego alcanzado el 19 de octubre en Doha, tras diez días de combates en la frontera común.
Recriminaciones cruzadas
Las delegaciones paquistaní y afgana se reunieron durante tres días en Estambul con el objetivo de consolidar un alto el fuego permanente y reducir la tensión militar a lo largo de la línea Durand, la frontera de 2.600 kilómetros que separa a ambos países.
Sin embargo, las conversaciones se estancaron en torno a un punto central: la exigencia de Islamabad de que el gobierno talibán de Kabul impida las operaciones del Movimiento de los Talibanes de Pakistán (Tehrik-e-Taliban Pakistan, TTP, por sus siglas en urdú), considerado por Pakistán como una organización terrorista responsable de numerosos atentados en su territorio.
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Una fuente de los servicios de seguridad paquistaníes indicó a EFE que los talibanes afganos no estaban dispuestos a comprometerse con acciones verificables contra el TTP. Kabul, por su parte, rechaza las acusaciones de albergar a combatientes del grupo en su suelo y sostiene que el problema del movimiento armado es “un asunto interno paquistaní”.
Las discusiones se tornaron tensas, según una fuente afgana, especialmente después de que la delegación de Islamabad solicitara el derecho a realizar operaciones militares dentro de Afganistán durante ofensivas contra el TTP. La parte afgana calificó esa propuesta de inaceptable y contraria a su soberanía nacional.
Una frontera volátil
El diálogo de Estambul se produce poco más de una semana después de los peores enfrentamientos en décadas entre ambos países. Entre el 13 y el 19 de octubre, ataques aéreos paquistaníes en la provincia afgana de Khost y represalias de las fuerzas talibanas a lo largo de la frontera dejaron decenas de muertos, incluidos soldados, insurgentes y civiles.
El alto el fuego acordado en Doha el 19 de octubre permitió detener temporalmente la violencia, pero nuevos choques durante el último fin de semana costaron la vida a cinco soldados paquistaníes y a 25 combatientes del TTP, según el ejército de Islamabad.
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A pesar de la tregua formal, la situación en la frontera sigue siendo volátil. Los principales pasos fronterizos permanecen cerrados desde hace más de dos semanas, con cientos de camiones de carga bloqueados y pérdidas millonarias para el comercio bilateral. La población local, dependiente del intercambio transfronterizo, denuncia escasez de alimentos y combustibles.
Una línea en la montaña
Las negociaciones de Estambul confirman la profundidad de la desconfianza entre Kabul e Islamabad. El conflicto entre Afganistán y Pakistán hunde sus raíces en la creación misma de la frontera común, la llamada línea Durand, trazada en 1893 por el Imperio Británico sin el consentimiento de las autoridades afganas.
Kabul nunca reconoció oficialmente esa frontera, lo que ha alimentado más de siete décadas de disputas territoriales y desconfianza política. Durante la guerra contra la ocupación soviética en los años 80, Pakistán se convirtió en base de los muyahidines afganos apoyados por Estados Unidos, lo que reforzó su influencia en el país vecino.
Sin embargo, tras el ascenso de los talibanes en 1996 y, posteriormente, con su regreso al poder en 2021, las relaciones se tornaron más ambiguas. Islamabad esperaba que los talibanes afganos contuvieran al movimiento hermano TTP, pero esa cooperación nunca llegó. Hoy, los ataques del movimiento desde suelo afgano y las represalias paquistaníes mantienen viva una rivalidad que combina tensiones históricas.
El caso de los refugiados
Casi 2,8 millones de afganos han buscado refugio en Pakistán en los últimos 30 años, más de 600.000 de ellos después de la caída de Kabul el 15 de agosto de 2021. Pero desde el 1 de abril, Islamabad intensificó las deportaciones de migrantes y refugiados de Afganistán. Esta ola de expulsiones iniciaron desde octubre de 2023 por las autoridades pakistaníes, alegando motivos de seguridad ante el recrudecimiento de los atentados en el país.
La ciudad paquistaní de Peshawar fue durante más de cuatro décadas uno de los epicentros del éxodo afgano. Desde la invasión soviética de 1979, millones de afganos cruzaron la frontera hacia la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, donde enormes campos de refugiados, como el de Nasir Bagh, se convirtieron en los mayores centros de la migración afgana. Fue allí donde el fotógrafo Steve McCurry captó en 1984 el retrato de Sharbat Gula, la niña afgana de ojos verdes que se convirtió en ícono mundial de esa emigración.
Con AP, Reuters y EFE
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