Un alemán de 101 años, identificado como Josef Schütz, se convirtió en la persona más anciana acusada por crímenes nazis al ser condenado este martes 28 de junio a una pena de cinco años de prisión por su complicidad de asesinato de miles de personas cuando era guardia en un campo de concentración durante el holocausto.

De acuerdo con las autoridades, Schütz, suboficial de la Waffen SS, cuerpo de combate nazi en esa época, fue condenado por “complicidad” en el asesinato de 3.518 prisioneros entre 1942 y 1945 en el campo de Sachsenhausen, al norte de Berlín.

“Señor Schütz, usted tuvo un papel activo durante tres años en el campo de concentración de Sachsenhausen donde fue cómplice de asesinatos en masa”, declaró el presidente del tribunal, Udo Lechtermann.

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El magistrado afirmó que, por su presencia en el lugar, el acusado apoyó las acciones cometidas en el campo de concentración.

“Todas las personas que querían huir del campo fueron fusiladas. Por ende, cualquier guardián del campo participó activamente en estos asesinatos”, dijo el juez.

Cuando se leyó la sentencia, que es superior a los tres años que contempla el derecho alemán en casos de complicidad con un asesinato, el acusado permaneció estoico. Incluso, el lunes, antes del final del juicio, volvió a negar su responsabilidad.

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“No sé por qué estoy aquí. Digo la verdad. No tengo nada que ver con la policía o el ejército, todo lo que se dijo es falso”, expresó en su momento. Sin embargo, cuando llegó el momento del juicio, afirmó: “Estoy listo”.

Josef Schütz presentó varios relatos sobre su pasado, a veces contradictorios. Recientemente, afirmó haber salido de Lituania al comienzo de la Segunda Guerra Mundial para unirse a Alemania, donde habría trabajado como empleado agrícola durante todo el conflicto.

“He arrancado y plantado árboles”, explicó, jurando no haber usado nunca un uniforme alemán, sino “ropa de trabajo”.

Entre su apertura en 1936 y su liberación por los soviéticos el 22 de abril de 1945, el campo de concentración de Sachsenhausen vio pasar a unos 200.000 prisioneros, principalmente opositores políticos, judíos y homosexuales.

Decenas de miles de ellos murieron, víctimas principalmente de agotamiento debido al trabajo forzoso y a las crueles condiciones de detención. Los guardias de los campamentos y otros ejecutores de la maquinaria nazi pueden ser procesados por complicidad en asesinatos.