La decisión muestra nuevamente lo lejos que se halla China de la normalidad pospandémica más de dos años y medio después de que la ciudad en la que supuestamente se inició la pandemia fuera confinada por primera vez.

El distrito de Hanyang confinó a sus 900.000 residentes permanentes, pidiéndoles que permanezcan en sus hogares y que no salgan, a no ser que sea estrictamente necesario.

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Las medidas contra el coronavirus incluyen el control de las carreteras y el cierre de los accesos al distrito además de a las comunidades durante cinco días, tras confirmarse quince casos asintomáticos en el distrito el martes.

A su vez, los habitantes del distrito deberán hacer pruebas PCR en cada uno de los días que dure el confinamiento.

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La ciudad de once millones de habitantes mira de reojo estos acontecimientos, preocupada por la historia reciente, a pesar de que hasta ahora las restricciones se limitan a ese distrito.

Otras poblaciones del gigante asiático se encuentran en una situación similar sin que se haya decretado necesariamente un confinamiento de forma oficial.

Vecindarios de capitales provinciales como Xining (centro) o Zhengzhou (centro), están confinados, según testimonios en redes sociales recabados por EFE este miércoles.

China, aferrada a una estricta política de “cero covid” que descarta convivir con el virus, lleva más de cinco meses lidiando con rebrotes de la variante ómicron, con el caso más serio ilustrado por el confinamiento de la megalópolis de Shanghái (26 millones de habitantes) durante más de dos meses.

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La estrategia consiste en estrictos controles fronterizos, el aislamiento de todos los contagiados y sus contactos cercanos y restricciones a la movilidad y campañas de pruebas PCR allá donde se detecta algún caso.

En las grandes ciudades, se ha instaurado la práctica de “pruebas PCR normalizadas”, según la cual los habitantes han de presentar pruebas negativas realizadas en las 24, 48 o 72 horas previas para acceder a lugares públicos.

Además de incalculables pérdidas económicas, estas duras medidas han provocado muestras visibles de irritación y descontento en la población, que hasta ahora había apoyado mayoritariamente esta política gubernamental.

Durante el XX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), celebrado la semana pasada en Pekín, ni en el discurso de Xi Jinping ni en las comparecencias de los distintos portavoces se ha dejado entrever un cambio de estrategia.

La consultora Capital Economics ya sitúa en 2024 sus pronósticos de una retirada significativa de restricciones debido a la baja tasa de vacunación entre los ancianos, vulnerables frente al coronavirus.

Según las cuentas de las instituciones sanitarias del país, desde el inicio de la pandemia, se infectaron 258.167 personas en el país y 5.226 fallecieron, aunque la cifra total de infectados excluye a los asintomáticos.