Por: RFI

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Este artículo fue curado por pulzo   Nov 20, 2025 - 8:51 am
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RFI. El 20 de noviembre de 1945, hoy hace exactamente 80 años, se abrió el juicio de Núremberg. Durante diez meses, ante más de 400 periodistas y cerca de un centenar de testigos, 21 dignatarios y siete instituciones nazis se sentaron en el banquillo. ¿Qué importancia histórica tiene ese proceso para usted, que fue fiscal de la CPI entre 2003 y 2012?

Fue una innovación absoluta. Hasta ese momento, los dirigentes de las naciones eran inmunes a cualquier persecución penal. Nadie podía juzgarlos. Sin embargo, los aliados decidieron crear un tribunal especial para enjuiciar a los líderes nazis. La novedad radicó en que los fiscales, por primera vez, actuaron en nombre de la humanidad y no de un Estado. En noviembre de 1945 comenzó el primer juicio, dirigido por cuatro fiscales que representaban a Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Soviética. Hubo también 21 abogados defensores para los acusados nazis.

RFI. ¿Es allí donde nace la idea de una justicia internacional y universal?

Nunca antes la humanidad había actuado de manera conjunta para proteger a las víctimas de una guerra. Nunca. Incluso hoy sigue siendo difícil. Mire Gaza o Ucrania: ambos casos muestran lo arduo que es lograr una acción internacional unificada. Por eso Núremberg fue una innovación absoluta: la comunidad internacional protegió a las víctimas y acusó a los victimarios. Eso abrió un nuevo capítulo en la historia.

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RFI. Aunque desde el inicio hubo numerosas dificultades para consolidar una justicia internacional. Pienso, por ejemplo, en la Guerra Fría.

Así es. La Guerra Fría impidió que el precedente de Núremberg se transformara en una práctica permanente. Tras su fin, los conflictos en los Balcanes motivaron la creación de un tribunal especial para la ex Yugoslavia. Luego, el genocidio en Ruanda impulsó otro tribunal. En ese contexto se decidió crear una corte permanente: la Corte Penal Internacional. Yo asumí como fiscal en 2003, y la corte continúa funcionando. Núremberg fue el origen de esa transformación.

RFI. ¿Es, entonces, un proceso histórico que comienza en Núremberg y llega hasta la CPI?

Sí, absolutamente. En 1945 comenzó el juicio; en 1948 se aprobó la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. La ONU encargó luego un estudio para crear una corte penal internacional, suspendido en los años 50 por la Guerra Fría y reactivado más tarde. De allí surgió la CPI. Pero conviene recordar que el juicio de Núremberg fue justicia internacional en acción: el tribunal se diseñó y organizó en pocos meses, y aun así logró un juicio ejemplar.

Cuando estuve en la sala de Núremberg por primera vez pensé: “Uf…”. En 2003 tuve muchas dificultades para poner en marcha la CPI; imagino lo que habría sido en 1945. Mucha gente no comprende lo increíble que fue ese proceso ni cómo transformó el entendimiento del nazismo: reveló la maquinaria de horror, los campos de concentración, los crímenes de guerra. Allí se estableció que el crimen más grave —y aún vigente— es el de iniciar una guerra, el crimen contra la paz.

RFI. Hoy la justicia internacional está siendo cuestionada por algunos líderes. ¿Entramos en una nueva época?

Estamos en una lucha por la civilización. La humanidad debe decidir si usará la guerra para resolver conflictos —lo que implicaría la desaparición de la justicia— o si utilizará la justicia para gestionarlos. Es una distinción crucial para las generaciones futuras. Imagínese que el mundo eligiera la guerra: un conflicto entre China y Estados Unidos podría dejar al planeta devastado. Einstein lo dijo: “No sé con qué armas se peleará la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta será con palos y piedras”. Sería un retorno al tribalismo. Núremberg fue un baño de civilización en un mundo oscurecido por el nazismo; hoy seguimos librando esa batalla.

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