
La muerte de un niño de cinco años en Santiago de Cuba, tras ingerir un paracetamol caducado comprado en el mercado informal, ha desatado una ola de indignación contra el Gobierno de ese país.
Mientras su hermano, de 11 años, sobrevivió tras recibir cuidados intensivos, la tragedia expuso la gravedad de la crisis de medicamentos en la isla. El comunicado oficial habló de “intoxicación exógena” por un “medicamento no certificado” y llamó a reforzar la educación sanitaria, lo que muchos interpretaron como un intento de culpar a las familias en lugar de reconocer la responsabilidad estatal.
Los ciudadanos responsabilizan directamente al Gobierno por el desabastecimiento en las farmacias, que obliga a la población a recurrir a fármacos de dudosa procedencia, detalla el portal Cibercuba.
Comentarios en redes sociales reflejan el malestar general: mientras el Estado construye hoteles, los hospitales y farmacias carecen de lo más básico, añade ese medio.




Incluso se recordó que la Constitución cubana garantiza la salud como un derecho fundamental, lo que incrementa la percepción de incumplimiento estatal.
El propio ministro de Salud reconoció que solo está disponible el 30 % del cuadro básico de medicamentos, lo que confirma la magnitud del problema.
Para muchos, lo ocurrido simboliza el colapso del sistema sanitario cubano, que alguna vez fue orgullo del país, y hoy deja a la población en una situación de extrema vulnerabilidad.
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