Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por Frank Hoyos   Ene 1, 2024 - 7:42 am
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El piojo humano, ‘Pediculus humanus’, es un ectoparásito chupador de sangre obligado que ha coevolucionado con los humanos. Dada la íntima relación entre este parásito y el huésped humano, el estudio de los piojos humanos tiene el potencial de arrojar luz sobre aspectos de la evolución humana que son difíciles de interpretar utilizando otras evidencias biológicas. Así lo creen unos investigadores que publicaron a inicios de noviembre pasado un estudio sobre la variación genética de los piojos.

En la investigación se analizó la variación genética de 274 piojos humanos provenientes de 25 lugares geográficos distintos. El análisis reveló la presencia de dos grupos genéticos principales, denominados I y II, que a su vez se subdividen en subgrupos Ia-Ib y IIa-IIb, respectivamente. Los investigadores utilizaron simulaciones para definir modelos que sugieren que la mezcla entre los grupos genéticos I y II fue un evento relativamente reciente. Este patrón podría ser resultado de una barrera reproductiva entre estos grupos genéticos o de una interacción más reciente entre poblaciones de piojos.

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Los datos indican que las poblaciones de piojos humanos en las Américas conservan la diversidad genética traída por los primeros pueblos. Los investigadores abordan la dispersión de los piojos entre los seres humanos, su transmisión directa e indirecta, así como sus implicaciones en la comprensión de la evolución humana y la interacción entre especies. Los patrones genéticos de los piojos sugieren ciertos eventos migratorios humanos. Por ejemplo, se ha observado una relación genética entre subgrupos de Asia y América Central, lo que respalda la teoría de un origen nativo americano relacionado con poblaciones asiáticas.

De hecho, la presencia de grupos genéticos específicos en diferentes regiones geográficas puede proporcionar pistas sobre cómo se produjeron los movimientos y la colonización de humanos en diferentes momentos históricos.

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