Esta historia de perdón y reconciliación está marcada por el asesinato de Renske Hekman, una “chica feliz, que se reía mucho pero también era un poco tímida. Amaba la naturaleza, era aventurera y viajaba mucho”, publica BBC.

En noviembre de 2008, cuando Renske tenía 26 años, viajó a Suiza, como lo hacía usualmente en invierno, para trabajar como instructora de esquí. Los Hekman eran muy unidos, por eso fueron a despedirla en la estación de tren y ahí, Eddy, fue que vio por primera vez al asesino de su hija, Alasam Samarie, explica el diario británico.

“Se subió al vagón y allí estaba Samarie. Enseguida empezaron a charlar animadamente y nos saludaron cuando el tren empezó a partir“, recuerda para el mismo medio el señor Hekman. Desde ahí empezó una relación de noviazgo entre los jóvenes.

El holandés cuenta que la nueva pareja los visitaba varios fines de semana luego de mudarse juntos a una aldea llamada Baflo, donde su hija trabajaba en un resguardo de focas. Dijo que se veían felices, incluso que Samarie, un refugiado en los Países Bajos llegado desde Benín (oeste de África), había encajado muy bien en la familia en general, detalla BBC.

“Samarie era amable y atento… Nunca mostró signos de agresión, ni siquiera cuando jugábamos al fútbol juntos”, dijo Eddy Hekman.

Sin embargo, el 13 de abril de 2011, cuando la pareja ya llevaba dos años de relación, la madre de Renske se quedó despierta tarde en la noche mirando las noticias y se enteró de que algo terrible había ocurrido en Baflo. No tardaron mucho en darse cuenta de que la terrible noticia involucraba a su hija, señala BBC.

“Había noticias en Internet de que una joven había sido asesinada por un hombre con rastas… Baflo es muy pequeña y había un solo hombre con rastas, así que sabía que tenía que ser Samarie y que la joven sería Renske“, recuerda Eddy al rotativo británico.

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Alasam Samarie golpeó en la cabeza con un extintor a Renske Hekman luego de una discusión. La mató instantáneamente. Luego, Samarie dejó la casa y empezó a caminar hacia la estación de tren, pero un policía vestido de civil lo persiguió y, en circunstancias poco claras, Samarie logró quitarle su arma y le disparó.

Otros policías lo buscaron y al encontrarlo le dispararon en 5 oportunidades. Aunque quedó gravemente herido, los médicos lo salvaron. En principio, la justicia neerlandesa condenó a Samarie a 28 años en prisión. Pero en una segunda instancia, tomando en consideración su estado mental, redujeron su pena a cinco años y medio, aclara BBC.

Según relata Eddy, en esos primeros momentos, tras enterarse que su hija había sido asesinada, nunca sintió enojo y para intentar comprender porqué ese noble y amable hombre había matado a su hija, decidió, junto a su esposa, visitarlo en la cárcel.

“Fue muy emotivo. Nuestra terapeuta estaba allí, al igual que su abogado. Estábamos todos sentados en una habitación pequeña. Y luego él entró. Simplemente lloramos… Principalmente hablamos sobre lo que él creía que había pasado y por qué había pasado. Para nosotros era un rompecabezas”, recuerda el holandés.

Sin embargo, Samarie les dijo que él mismo no entendía lo que había pasado. A pesar de ello, el afligido padre, 2 meses después, decidió escribir un libro con el asesino de su hija. Desde entonces, lo visita todos los meses y lo llama cada domingo a un instituto psiquiátrico, donde se encuentra debido a su estado, luego de pagar su condena, señala BBC.

“En algún punto tienes que tomar una decisión: ser crítico o tomar el camino que tomamos nosotros… Ciertamente no es el camino que tomarían la mayoría de las personas pero es el camino que elegimos nosotros, y creemos que es lo mejor para nosotros“, finaliza el relato de este hombre que da clases de perdón en Holanda.