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Escrito por:  Sebastian Alfonso
Subeditor     Abr 18, 2025 - 10:47 am

Durante su reciente visita a la fábrica de Boeing en Carolina del Sur, el presidente Donald Trump reiteró una de sus consignas más recurrentes: “Nuestra meta debe ser confiar menos en las importaciones y más en los productos hechos aquí en los Estados Unidos”.

(Lea también: Trump cambia de decisión con migrantes ante problema en EE. UU.: “Regresarán”)

Se trata de un llamado a la producción nacional que ha resonado en sus discursos desde la campaña electoral hasta su mandato. Sin embargo, el mayor obstáculo para esta visión podría estar en los propios consumidores estadounidenses, cuya búsqueda de precios bajos desafía el ideal de “comprar americano”. 

Donald Trump / Getty
Donald Trump / Getty

A pesar de que las encuestas revelan una preferencia por los productos “hechos en Estados Unidos”, la realidad en las vitrinas cuenta una historia diferente, explica CNN.

“Los consumidores dicen que prefieren todo hecho en Estados Unidos hasta que tienen que pagar por ello”, explica Greg Portell, socio de la firma de consumo A.T. Kearney.

Estadounidenses no compran productos de su país, si son más caros que los chinos

La mentalidad de los compradores, acostumbrados a los descuentos de minoristas como Walmart y Target, se resume en una simple ecuación: comprar productos estadounidenses solo si su precio no supera el de sus contrapartes asiáticas o europeas.

Un estudio de Associated Press-GFK del año pasado confirma esta tendencia, revelando que el 75 % de los consumidores desean adquirir productos nacionales, pero su principal prioridad es el precio. 

Times Square / Getty
Times Square / Getty

Por su parte, el Boston Consulting Group (BCG) añade una variable a esta ecuación: la calidad, agrega CNN. El 85 % de los estadounidenses considera que los productos nacionales son superiores a los importados, lo que los lleva a pagar un sobreprecio en ciertos artículos, como la fórmula para bebés. Sin embargo, esta disposición a pagar más no se extiende a todas las categorías, como el calzado.

“La ropa es una de las cosas que es muy difícil de reubicar. Es un duro camino para andar”, afirma Hal Sirkin, socio senior de BCG. La industria textil, con su intrincada cadena de suministro y bajos costos de producción en países asiáticos, representa un desafío particular para la estrategia de Trump. 

En general, BCG estima que las empresas pueden cobrar un 5 % más por productos “Made in USA”, pero la competencia global sigue siendo un factor determinante.

El debate sobre la viabilidad de repatriar los empleos manufactureros a Estados Unidos también se ve matizado por la realidad de la automatización. La Universidad Estatal de Ball atribuye el 88 % de la pérdida de empleos en este sector a la implementación de robots y procesos automatizados.

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Aranceles de Estados Unidos contra China

Las dos economías más fuertes del planeta están enfrascadas en un intenso enfrentamiento comercial, el cual fue iniciado por Donald Trump cuando decidió dar marcha atrás a su plan de imponer aranceles a socios comerciales de todo el mundo, exceptuando a China.

Mientras que el resto del mundo recibió una prórroga de 90 días para la aplicación de aranceles —además de los nuevos aranceles del 10 % para todos los socios comerciales estadounidenses— China sufrió más el golpe.

Trump elevó el arancel sobre los productos chinos al 125 %, lo que empujó la tarifa total de EE. UU. sobre algunas importaciones chinas al 145 %, lo cual desató un enfrentamiento comercial que inicialmente deja mejor parado al gigante asiático.

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