A los habitantes de Sídney, Darwin y Perth que deben quedarse en casa, se le suman los de Brisbane, de varias zonas del estado de Queensland y la pequeña ciudad de Townsville a partir del martes por la noche, durante por lo menos tres días.

Desde hace unas semanas Australia, alabada por su respuesta a la pandemia, se ha enfrentado a un brote de casos, sobre todo de la variante Delta, altamente contagiosa, debido a fallos en los sistemas de cuarentena para los viajeros que llegan del extranjero.

“Son decisiones difíciles. Hay confinamientos en las grandes ciudades porque el virus entra con las llegadas del extranjero”, declaró Annastacia Palaszczuk, la primera ministra de Queensland.

La medida se tomó después de que se detectaran casos luego de que un miembro del personal sanitario que no estaba vacunado viajara durante diez días a Queensland mientras estaba contagiado.

Los habitantes de Perth también tienen prohibido salir de casa en virtud del comienzo este martes de un confinamiento de cuatro días.

Solo se han detectado recientemente tres casos positivos en esta gran ciudad del oeste, que desde hace tiempo actúa con extremada cautela en caso de un brote epidémico.

“Conocemos los riesgos que supone el COVID y observando el mundo sabemos que la variante Delta es una nueva bestia con la que no podemos arriesgarnos”, declaró el primer ministro de Australia Occidental, Mark McGowan, en rueda de prensa el lunes por la noche.

Estos confinamientos se producen en plenas vacaciones escolares y a nivel turístico podrían acarrear muchas cancelaciones, puesto que los estados no afectados recomiendan a sus habitantes que no visiten aquellos en los que se hayan registrado casos.

Nueva Zelanda ha anunciado que reabrirá parcialmente su “burbuja” para viajes con Australia a partir del 5 de julio, solo con estados que no hayan registrado casos.

Australia se enfrenta a casos de la variante Delta altamente contagiosa, que apareció en India.

(Lea también: Mayor capacidad de contagio y más de la variante Delta, que tiene en alerta al Minsalud)

Lee También

Críticas al gobierno

El gobierno conservador ha sido criticado por la lentitud de la campaña de vacunación y por la falta de mejoras en los dispositivos de cuarentena.

Bajo presión, el primer ministro australiano, Scott Morrison, anunció que la vacunación sería obligatoria para el personal de las instituciones que se ocupan de los ancianos y de los centros de cuarentena.

Además, su nuevo viceprimer ministro, Barnaby Joyce, acaba de ser multado con 200 dólares australianos (150 dólares) tras ser visto sin mascarilla mientras pagaba el combustible en una gasolinera el lunes por la mañana.

También se critica al gobierno por no hacer público el número de australianos completamente vacunados.

Se han administrado unos 7,4 millones de dosis. Pero algunos medios de comunicación afirman que menos del 5% de los 25 millones de australianos han recibido las dos dosis.

El principal foco epidémico actual sigue siendo el de Sídney, donde 150 personas han sido infectadas desde que un conductor que trabajaba para las tripulaciones de compañías aéreas diera positivo a mediados de junio. La ciudad más grande del país entró el domingo en un confinamiento de dos semanas.

Desde el comienzo de la pandemia, Australia ha registrado un poco más de 30.000 casos, de ellos 910 mortales.