El sistema educativo en China antes requería que los estudiantes hicieran pruebas a partir del primer año de enseñanza primaria, culminando con el temido examen de admisión a la universidad, conocido como “gaokao”, en el que una sola puntuación puede determinar la trayectoria en la vida de un estudiante.

Los exámenes muy frecuentes (…) que hacen que los estudiantes estén saturados y bajo enorme presión” fueron suprimidos por el ministerio de Educación, según las nuevas orientaciones divulgadas este lunes.

El ministerio dijo que la presión sobre los alumnos a temprana edad “daña su salud mental y física”.

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Las regulaciones en educación también limitan los exámenes en otros años de la enseñanza obligatoria a uno por periodo. Las pruebas de medio periodo y simulacros de prueba se permiten solo en la enseñanza secundaria.

A fines de julio, China ordenó que las empresas de clases particulares se volvieran entidades sin fines de lucro, y prohibió este tipo de lecciones los fines de semana y feriados, un golpe para las finanzas del sector.

La meta es reducir la desigualdad educativa en China, donde algunas familias de clase media pagan 100.000 yuanes (15.400 dólares) o más por año en clases privadas para que sus hijos puedan entrar en las mejores escuelas.

“No hay otro país con una cultura de clases particulares tan fuerte” como China, señala Claudia Wang, encargada de educación en Asia para la firma de consultoría Oliver Wyman, de Shanghái.

Asimismo, las autoridades chinas anunciaron la semana pasada que los docentes deberán rotar de escuela cada seis años para evitar una concentración de los mejores maestros en determinados centros.

El ministerio de Educación también prohibió este año las tareas escritas para niños de primero y segundo grado, y puso un tope de no más de una hora y media de deberes para alumnos de secundaria.

Muchas familias chinas consideran la educación como una forma para progresar a nivel social.