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En Washington, el primer ministro Mark Carney habría sacado una carta inesperada frente a Donald Trump el martes 7 de octubre: la reactivación del oleoducto Keystone XL. Este proyecto, que quedó en suspenso hace unos años, podría servir ahora como palanca para aliviar los aranceles estadounidenses sobre el acero y el aluminio canadienses.
Por Nafi Alibert, corresponsal de RFI en Montreal
El primer ministro canadiense, Mark Carney, apostaría por un antiguo proyecto petrolero para convencer a Donald Trump. Una fuente bien informada sobre el tema lo confirmó este miércoles a CBC/Radio-Canada. Keystone XL es un proyecto de ampliación del oleoducto Keystone, que ya conecta Alberta, en el oeste de Canadá, con refinerías estadounidenses en Illinois y Texas. Su versión XL, concebida hace más de quince años, debía alargar el trazado en 2.000 kilómetros para transportar hasta 800.000 barriles diarios de crudo canadiense a Estados Unidos.
Se trata de un proyecto que ha desencadenado años de discordia. Ha sido enérgicamente rechazado por grupos ecologistas y comunidades indígenas a ambos lados de la frontera, hasta tal punto que fue abandonado por la administración Obama en 2015. Donald Trump lo resucitó en 2017, antes de que Joe Biden lo detuviera por segunda vez en 2021.




Desde su regreso a la Casa Blanca, el presidente Trump promete volver a poner en marcha el proyecto. Mark Carney lo sabe. Juega una carta que va directamente dirigida al presidente estadounidense. A cambio, espera un gesto en relación con los aranceles adicionales del 50 % que gravan el acero y el aluminio canadienses. Y para convencer, Mark Carney ha sacado otro argumento de peso: promete que Canadá duplicará sus inversiones en Estados Unidos, hasta alcanzar 1 billón de dólares canadienses en cinco años, si se llega a un acuerdo.
Dependencia de Estados Unidos
A su regreso a Ottawa el miércoles, la oposición le reprochó que se alejara de la diversificación y la independencia energética que Mark Carney había defendido hasta entonces. Keystone XL es en cierto modo un símbolo de la dependencia de Canadá respecto a Estados Unidos.
Canadá es el cuarto productor mundial de petróleo, pero la mayor parte de lo que extrae es crudo pesado procedente de las arenas bituminosas de Alberta. Este petróleo viscoso es difícil de refinar. Solo las grandes refinerías estadounidenses están equipadas para procesarlo. El resultado es que Canadá exporta casi el 90 % de su producción a Estados Unidos para, en ocasiones, volver a comprarla en forma de gasolina o diésel, una vez refinada.
También es uno de los petróleos más contaminantes del mundo. Su extracción destruye el bosque boreal, necesita el bombeo de millones de litros de agua y genera muchas más emisiones que el petróleo convencional. En el partido de Mark Carney, algunos se muestran preocupados por el riesgo de alejar a Canadá de sus objetivos climáticos. Una estrategia divisiva, pero que Mark Carney asume. El primer ministro sigue confiando en que se alcance pronto un acuerdo y en que se construya una nueva alianza energética con Washington.
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