Ambos candidatos quemaron sus últimos cartuchos en la televisión, uno de los principales medios para la propaganda política en el país, y lo hicieron con el mismo tono encendido que ha dominado sus campañas.

Bolsonaro atacó por el flanco de la corrupción, uno de los más incómodos para el Partido de los Trabajadores (PT), cuyo principal referente es el exmandatario Lula, en la cárcel desde abril pasado y quien fue sustituido como candidato presidencial por Haddad.

La corrupción es una plaga que saca la comida de la mesa, que saca a los niños de la escuela” e impide el desarrollo de un país, afirmó un locutor en el espacio de Bolsonaro, en el cual se reiteró que Haddad “fue a la cárcel a pedir la bendición de Lula” para ser candidato.

El líder de la ultraderecha y excapitán del Ejército volvió a ofrecerse como un político “limpio” ante la justicia y como un candidato “antisistema”, pese a que desde hace casi tres décadas ocupa un escaño en la Cámara de Diputados.

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Haddad, por su parte, insistió en que apoyar al candidato de la ultraderecha supondrá favorecer “el odio y la violencia” en Brasil.

En su espacio, la campaña del PT volvió a criticar la negativa de Bolsonaro a participar en los cuatro debates previstos en televisión para las últimas tres semanas, que justificó en que aún se recupera de la apuñalada que sufrió durante un marcha en septiembre pasado.

“Bolsonaro huyó del debate y se esconde para encubrir del país sus declaraciones desequilibradas“, dijo un locutor, tras lo cual fueron exhibidos videos con polémicas afirmaciones del candidato de la ultraderecha, todas de carácter machista, racista u homofóbico.

También fueron proyectadas imágenes en las que Bolsonaro se dice favorable a la tortura y defiende la dictadura que gobernó el país entre 1964 y 1985, y otros, de los últimos meses, en los que promete “fusilar” a los seguidores del PT o “barrerlos de la Patria”.

En un tono más conciliador, Haddad se dirigió a los electores, a aquellos que “están angustiados, se despiertan temprano todos los días y van a la lucha por un mundo mejor”, para incitarlos a “que no pierdan el coraje ni la fe”.

El candidato progresista dijo que los brasileños desean “un gobierno que no acabe con los derechos, que ponga comida en la mesa, genere empleos y le dé paz y seguridad al país”.