Francisco comenzó su pontificado en 2013 con 846 mujeres trabajando en ese microestado y, a la fecha, la cifra ya ascendió a 1.165, informó Vatican News en el Día Internacional de la Mujer, destacando que “nunca antes había sido tan alto ese número”.

De esta forma, las mujeres pasaron de ocupar el 19,2 % al 23,4 % del personal del Estado de la Ciudad del Vaticano; mientras que, puntualmente, en la Santa Sede ese porcentaje asciende al 26,1 %. En total son 3.114 empleados.

El portal que difunde toda la información del Vaticano, señaló que hizo una encuesta y encontró que “el número de mujeres en puestos directivos también ha aumentado durante el pontificado de Francisco”.

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Labor de las mujeres en el Vaticano

La información añade que para 2022, el 43 % de las mujeres estaban ubicadas en los niveles sexto y séptimo, de 10 que conforman la Curia Romana. Para esos cargos es necesario tener títulos académicos.

Mientras que en los niveles más altos, incluso más que el décimo, hay cinco mujeres con el rango de subsecretarias y una más con el de secretaria. En esos cargos fueron nombradas directamente por el papa Francisco.

“En el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Papa Francisco nombró por primera vez en 2021 a una mujer secretaria, la religiosa italiana Alessandra Smerilli. Se trata del cargo más alto jamás ocupado por una mujer en la Santa Sede”.

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Progreso de mujeres en el Vaticano

La información añade que “actualmente menos del cinco por ciento de todos los puestos de liderazgo en la Curia están confiados a mujeres, y por el momento no hay ninguna mujer prefecto”, pero que el pontífice ya “anunció su intención de nombrar a la primera mujer prefecta en un futuro próximo”, pese a que ese cargo estaba reservado a cardenales y arzobispos.

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Además, asegura que Francisco ha instalado a varias mujeres en la cúpula del Vaticano, y “ha nombrado a otras mujeres en puestos en los que pueden influir en el Vaticano conservando su independencia”.

A eso se le suma que el papa tiene claro “el peligro de considerar la tarea de las mujeres en la Iglesia y en el Vaticano desde un punto de vista puramente funcionalista” y se retó a “crear espacios en los que las mujeres puedan asumir el liderazgo de una manera que les permita dar forma a la cultura y garantice que sean valoradas, respetadas y reconocidas”.