Tenía 102 años. Siempre que se hablaba de ella, las palabras elegancia, cultura, literatura y fuerza, sobresalían. Soportó muchas muertes: la de su papá, sus hermanos, su esposo. Soportó tanto, que sobrepasó los cien años en la tierra y solo decidió irse hasta saber cómo se vería el 2023. No solo leía, también adoraba el teatro y el cine. Dicen que le gustaba ir a Cinemanía y entregarle dulces a los niños que entraban a su librería.

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“Amante de los perros y las flores. Lilly Bleier ha pasado más de la mitad de su vida trabajando como librera. Uno de sus postres favoritos es el brownie, y tiene una debilidad declarada por el chocolate. Disfruta como nadie que le lean y se entusiasma mucho cuando alguien aprende algo gracias a su consejo”, escribió Santiago Díaz Benavides para este diario en 2021. .

“Madre de dos hijos, abuela de cinco nietos, y bisabuela de siete bisnietos, en agosto de 2021 cumplió 100 años. Su historia al frente de la Librería Central es una de las más apasionantes del sector libresco en Colombia. Su influencia en la educación, la política, el arte y la literatura colombianas ha sido de gran valía. Es una de las primeras mujeres libreras de nuestra historia y una inspiración para muchos”, agregó Benavides.

En 1938, Lilly Bleier de Ungar, sus hermanos y su papá, llegaron a Colombia en busca de un lugar en el que no los persiguieran por ser judíos. Primero fue Medellín y después Bogotá. El primer trabajo de ella fue en Fabricato: manejó las cuentas de la compañía, sobre todo las que venían del extranjero, por su manejo del alemán y el inglés.

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Tras la muerte de Paul Wolff, otro inmigrante austriaco, en 1946, Hans Hungar y Lilly, quedaron a cargo de la Librería Central, una de las más tradicionales de la ciudad. La presencia constante de él en las instalaciones de la librería (en la que no compraba mucho por falta de dinero) posibilitó que les hicieran el ofrecimiento para dirigirla.

También fundaron la Galería el Callejón, lugar por el que pasaron artistas como Fernando Botero, Eduardo Ramírez Villamizar, entre otros. Desde 2004 y a causa de la muerte de su esposo, ella se hizo cargo: “Bienvenido, esta es su casa”, es la frase que todos recuerdan que ella pronunciaba al recibir a un cliente.

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Hasta los tiempos de pandemia, asistió casi que todos los días a atender el lugar que había quedado a su cargo y en el que se encontraban “tesoros” de la literatura. Después del virus y a pesar de las recomendaciones, Bleier de Hungar acudió tantas veces como pudo para asumir su rol de librera.