
El director de cine norteamericano David Lynch, murió este jueves 16 de enero, luego de una lucha de varios meses contra el enfisema pulmonar, enfermedad que padecía debido a décadas de tabaquismo.
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La noticia fue confirmada por su familia a través de una emotiva publicación en Facebook. “Con profundo pesar, nosotros, su familia, anunciamos el fallecimiento del hombre y artista David Lynch. Agradeceríamos un poco de privacidad en estos momentos.
Hay un gran hueco en el mundo ahora que ya no está con nosotros. Pero, como él diría: ‘Mantén la vista en la dona y no en el agujero’. Hace un día precioso con un sol dorado y cielos azules hasta el final”, expresaron en el comunicado, reflejando el impacto de su partida y el legado optimista que dejó.
Lynch reveló públicamente en 2024 que sufría de enfisema pulmonar, una enfermedad que marcó su vida y lo llevó a retirarse de la dirección. El diagnóstico, sin embargo, se había hecho en 2020, pero fue recién en 2022, cuando su condición se agravó, que el director decidió abandonar el tabaquismo, hábito que había iniciado sorprendentemente a los ocho años.
Esta enfermedad no solo puso en pausa su carrera, sino que también marcó un cierre simbólico a una trayectoria que influyó profundamente en el mundo del cine. A pesar de sus logros, la carrera de Lynch también estuvo llena de desafíos.




Uno de los momentos más críticos llegó en 1984 con la dirección de Dune, una ambiciosa adaptación del clásico de ciencia ficción de Frank Herbert que resultó ser un fracaso tanto comercial como crítico.
Sin embargo, el cineasta supo reponerse con producciones que consolidaron su legado, como Blue Velvet (1986), un perturbador relato sobre los secretos oscuros de una pequeña ciudad estadounidense, y Corazón salvaje (1990), que le valió la Palma de Oro en el Festival de Cannes.
Otro de su ópera prima fue la serie ‘Rabbits’, la cual se lleva a cabo en un ‘box set’ representando la sala de una casa. Dentro del set se incluyen tres conejos humanoides, quienes entran, salen y conversan entre ellos.
El legado de David Lynch trasciende las fronteras del cine, marcando generaciones con su estilo único e innovador. Su partida deja un vacío profundo, pero también una influencia indeleble que continuará inspirando a artistas y cinéfilos en todo el mundo.
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