No muy lejos de la casa en que nació, en la ciudad donde hace casi seis décadas arrancó un viaje que lo convertiría en el narrador de varias generaciones de españoles y latinoamericanos, Joan Manuel Serrat se despidió este viernes de los escenarios con un emocionante concierto en Barcelona.

A pocos días de cumplir 79 años, el cantautor catalán revisitó su carrera de la mano de las más de 15.000 personas que llenaron el Palau Sant Jordi para una noche histórica, la del cierre de la gira “El vicio de cantar 1965-2022″, y de su vida de escenario, tal y como él había anunciado hace un año.

“He venido a despedirme, pero a despedirme con alegría”, aseguró el artista antes de lanzarse a más de dos horas seguidas de recital. “Dejen de lado toda tentación de nostalgia, de melancolía que les pueda amenazar, esto es una fiesta”.

Había dicho Serrat que quería despedirse en persona de su público, y para ello se lanzó a una última gira que arrancó el 27 de abril en Nueva York y con la que cruzó después América Latina, de Puerto Rico a Argentina, además de un extenso recorrido por España que desembocó en Barcelona.

 

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Eligió bajarse de los escenarios en casa, en la ciudad donde un día de 1965 aquel joven espigado y magnético que iba para ingeniero agrónomo cogió su guitarra y apareció por una radio barcelonesa.

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No tardaría en llegar el éxito nacional y el salto a Latinoamérica de quien fue designado en 2014 Persona del Año por los Grammy Latinos.

“Sabíamos que hoy sería un concierto emotivo, pero puede ser os he fallado en dos cosas. La primera es que todavía no he llorado”, dijo divertido en un momento de un recital que contó con el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, entre el público y donde no bajó la emoción.

Autor de himnos como “Mediterráneo”, “Cantares”, dos de las ovaciones más rotundas de la noche, “Paraules d’amor” o “Tu nombre me sabe a hierba”, la música de este autor que comenzó cantando en catalán y se define como un “latinoamericano de Barcelona” ha visto crecer a varias generaciones de hispanohablantes, a las que su anuncio de su despedida puso ante el retrovisor.

De firmes ideales progresistas, Serrat pertenece a la generación de artistas que lucharon contra el régimen franquista (1939-1975), al que no dudó en incomodar cuando rechazó cantar en Eurovisión por no poder hacerlo en catalán.

 

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Todo el mundo ha querido despedirse de Serrat, aunque su música se queda. “Nada más, muchas gracias, ha sido un placer haberos conocido a todos”, dijo con la voz entrecortada antes de decirle adiós, solo otra vez con su guitarra, a una vida en el escenario.