Hace 23 años un accidente de tránsito a la altura del cruce El Bongo, jurisdicción de Los Palmitos, departamento de Sucre, se llevó a uno de los más prolíficos compositores de la música vallenata: Hernando José Marín Lacouture, o simplemente Nando Marín como también fue conocido.

Esa trágica madrugada, se silenció una guitarra y se apagó una voz que le componía y cantaba a casi todo. ‘Nando’ Marín no tenía un patrón.  Compuso merengue, paseos clásicos, paseos medios y románticos. 

En la obra de Marín aparecen temas de estilo narrativo costumbrista, pero también picarescos, además de componer canciones de protesta que lo presentan como un autor revolucionario y contestatario.  

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Así lo recuerda su hijo Deimer Marín, médico y compositor, quien en el veintitrés aniversario afirma que su padre fue un papá más consejero que “regañón”, exigente en cuanto a las obligaciones y el buen comportamiento tanto en la calle como en la casa, “sin ser inquisidor”.  

Cuenta Deimer que como hijo tuvo el privilegio de disfrutarlo en las parrandas que organizaban en su casa donde desfilaban grandes exponentes del folclor vallenato como los compositores Sergio Moya y Roberto Calderón y acordeoneros de la talla de Juancho Rois y Emiliano Zuleta. 

La muerte sorprendió a Marín a sus 55 años, ese 5 de septiembre, haciendo lo que más disfrutaba, recorrer los pueblos con su guitarra, voz y canciones como todo un juglar de la composición convirtiendo las vivencias de las parrandas en canciones. 

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“Mi papá no componía canciones por encargo o por conveniencia, cuando mi papá compone ‘Urumitera’ es porque hay amor ahí, cuando compuso ‘La vecina de Chavita’ es porque ahí hubo una vivencia, cuando compuso ‘Villanueva mía’ es porque hay un afecto por ese pueblo”, aseguró Marín en charla con EL PILÓN.

En el cancionero del nacido en el caserío de El Tablazo, municipio de San Juan del Cesar (La Guajira), aparecen temas como ‘Tu ausencia’, ‘La creciente’, ‘Villanueva mía’, ‘El Niño’, ‘Lágrimas de sangre’, ‘Luz Mery’, ‘Desengañado’, ‘Los Maestros’, ‘La ley del embudo’, ‘El mocoso’, ‘Campesino parrandero’, ‘Tú’, ‘Mi futuro’, ‘Lluvia de verano’, ‘Acompáñenme’, ‘Sanjuanerita’, ‘El gavilán mayor’, ‘Canta conmigo’, ‘La primera piedra’, ‘Ventana de Cristal’, ‘El enfermo’, ‘Volvieron’, ‘Lo que siento’, ‘Juramento’, ‘Mentira de las mujeres’, ‘La vecina de Chavita’, ‘Recuerdos’, ‘Déjame quererte’, ‘Corazón indolente’, ‘También te quiero’, ‘Cuando un amor se va’, ‘El invencible’, ‘Girasol’, ‘Mis muchachitas’, ‘La Callejera’, ‘La Bola e´candela’, ‘Bebiendo yo’, ‘La dama guajira’, ‘Aprende a pedir perdón’ y muchas canciones más que lograron inmortalizar su nombre.

Fiel a su condición de parrandero, el día del siniestro mortal, Marín había amanecido bebiendo y junto con su chofer se habían tomado unas cervezas y comido unas carnes asadas en horas de la madrugada.  Un microsueño acompañado de una abundante neblina sería la causa del accidente.

“En ese tiempo mi papá llegaba unos meses de recorrer toda la zona de Sucre a orilla del río, tenía muy buenos amigos, se movía tocando parranda de cumpleaños, lo invitaban muchos a las fiestas patronales, una agenda apretada y andaba en el afán de sacar su álbum de cantautor.  Donde llegaba lo acogían, iba por un día y duraba tres días porque la gente quería atenderlo”, recordó Marín.

Aunque en principio a Hernando Marín no le parecía prudente que su hijo mayor, quien estudiaba Medicina tomara el camino de la música, pues decía que “ya músico hay en la familia, conmigo basta, yo necesito es un médico”, de los 10 descendientes que tuvo, 7 mujeres y 3 hombres, casi todos cantan, componen o tocan la guitarra.

Además de Deimer, el más reconocido, ‘Nandito’ Junior y Juan Pablo Marín, tocan guitarra, componen y cantan; Ana Cely, canta; Sara Icela y Ana Tatiana, cantan en entornos religiosos.

Rebelde o romántico, picaresco o costumbrista, el legado de Hernando Marín seguirá vivo entre los amantes de la música vallenata.

Esta entrada la puede encontrar en El Pilón.