El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
En una imagen íntima y evocadora, aparece Guillermo Cano sentado a la izquierda de un sofá, conversando y mirando al ilustre Gabriel García Márquez, quien lo escucha con atención sosteniendo un vaso de agua en la mano. Esta escena simboliza no solo la profunda amistad que existía entre ambos, sino también la complicidad y compromiso compartidos por el fortalecimiento de la cultura en una Colombia marcada por la violencia y el miedo. Cano, reconocido por su liderazgo y valores democráticos, fue mucho más que un simple jefe para García Márquez; su influencia resultó crucial en los primeros pasos periodísticos de quien llegaría a ser uno de los escritores más importantes de Hispanoamérica.
Uno de los aportes más destacados de Guillermo Cano fue haber alentado a García Márquez para narrar y publicar una pieza fundamental del periodismo latinoamericano. Se trata de la historia que culminó con la publicación de “Relato de un náufrago” en las páginas de El Espectador, el reconocido diario colombiano, entre el 5 y el 22 de abril de 1955. Cano no solo supo ver el potencial narrativo en García Márquez, sino que también promovió el periodismo literario dentro del diarismo colombiano, abriendo el camino para que nuevas voces pudieran explorar las fronteras entre literatura y prensa.
Además de su influencia directa en figuras como García Márquez, Guillermo Cano dejó una huella profunda en el periodismo cultural colombiano con la creación y defensa de El Magazín Dominical. Este suplemento cultural permitió que diversas perspectivas y oficios ocuparan un espacio relevante dentro de El Espectador, fomentando la difusión de las artes, la literatura y el cine. Hoy en día, esa herencia persiste en el diario a través del Magazín Cultural, sección que cubre temas relacionados con las artes y ciencias sociales, e inspira a una nueva generación de periodistas y lectores.
El legado de Cano abarca múltiples facetas: si bien se le recuerda por su acercamiento al periodismo judicial y su pasión por el periodismo deportivo –especialmente el fútbol, un elemento identitario en su familia–, su vínculo más duradero fue, quizás, con la literatura. La magnitud de ese vínculo quedó reflejada en los más de 5.000 libros que integraban su biblioteca personal tras su muerte, símbolo tangible de una vida dedicada a las letras y a la promoción del pensamiento crítico y cultural en Colombia.
La figura de Guillermo Cano, por tanto, trasciende las páginas de los periódicos. Es testimonio de cómo el periodismo puede convertirse en un motor de transformación cultural, social y política. Su labor, reconocida por contemporáneos y por quienes hoy continúan su legado, invita a reflexionar sobre el compromiso del periodismo con la cultura y la sociedad en tiempos de crisis.
¿Por qué fue importante la publicación de “Relato de un náufrago” en El Espectador?
La publicación de “Relato de un náufrago” marcó un hito en el periodismo colombiano, pues evidenció la capacidad de la crónica para atravesar los límites de la información y acercarse a la literatura. Según lo registrado en El Espectador, Guillermo Cano jugó un papel decisivo al seleccionar y respaldar este trabajo, permitiendo que García Márquez transformara un hecho noticioso en una narración profunda y humana, conectando con el público más allá de las noticias diarias, en un país afectado por la violencia y la censura.
Esta apuesta editorial demostró el potencial del periodismo narrativo y su relevancia en la construcción de memoria colectiva. Al publicarse entre el 5 y el 22 de abril de 1955 bajo la conducción de Cano, no solo se narraron los hechos, sino que también se abrieron puertas para el desarrollo de nuevas formas de relatos y voces, muchas de las cuales hoy siguen vigentes gracias a las bases que él mismo consolidó.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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