El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
El Festival Internacional de Títeres Manuelucho, que tendrá lugar en Bogotá entre el 4 y el 26 de octubre, representa mucho más que una cita anual para los amantes de los títeres: constituye un espacio para explorar cómo esta forma de teatro se ha convertido en una vía privilegiada para tratar asuntos clave como la memoria colectiva, el medio ambiente y la transformación social. La edición de este año, en la que participarán artistas de seis países, catorce compañías, diecisiete montajes y veinticuatro funciones, cobra especial importancia al rendir homenaje a César Álvarez, fundador de La Libélula Dorada y figura central de la renovación titiritera en Colombia. Además, se reconoce el legado de Ernesto Aronna, otro referente fundamental que ha marcado la evolución del arte titiritero en el país.
La presencia de compañías internacionales —entre las que destacan Jordi Bertran de España, Omar Álvarez de Argentina, Teatro La Proa de Cuba, Teatro Cúcara-Mácara de República Dominicana y La Rama de Plata de Ecuador— aporta una diversidad de propuestas artísticas al evento. Estas agrupaciones permiten experimentar estilos que van desde el guiñol tradicional y el teatro de objetos, hasta la improvisación clown y la utilización de materiales reciclados. De acuerdo con la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), el teatro de títeres se reconoce mundialmente por su capacidad de estimular la creatividad en la infancia y ser un puente para la cohesión social, particularmente en sociedades que han atravesado conflictos internos, como es el caso colombiano.
Las agrupaciones locales, como Los Animistas, Jabrú, Manicomio de Muñecos y La Pepa de Mamoncillo, muestran cómo el teatro de títeres colombiano se articula con la realidad local, abordando desde las crisis sociales y la migración hasta la identidad de las juventudes, según análisis publicados en la Revista de Estudios Teatrales de la Universidad Nacional de Colombia. Además, la estrategia descentralizada del festival, que lleva presentaciones gratuitas a bibliotecas como Tintal, Virgilio Barco, Perdomo y Lago Timiza, responde a la agenda de inclusión y educación artística de la Secretaría de Cultura de Bogotá.
La edición 2024 incluye espectáculos como “Ácidas ficciones”, “¿Quién ronca en el cañaveral?”, “Sakados del Tacho” y “El niño de arena”, que reflejan tanto la riqueza formal como la amplitud temática del teatro de títeres contemporáneo. Del mismo modo, los talleres y paneles con expertos de Argentina y España fortalecen el carácter formativo del festival, consolidándolo como una plataforma clave para el intercambio de saberes y la profesionalización del sector.




De acuerdo con medios como El Espectador y la Revista Arcadia, el Festival Internacional de Títeres Manuelucho trasciende la categoría de espectáculo, posicionándose como un modelo de gestión cultural que preserva la memoria del teatro de títeres, fomenta la formación de nuevos públicos y crea espacios para el diálogo entre artistas de distintas latitudes. Así, el certamen honra la tradición y proyecta hacia el futuro un arte que se renueva sin perder su raíz social y pedagógica.
¿Qué es el guiñol clásico?
El guiñol clásico es una forma tradicional de teatro de títeres que tiene sus raíces en Europa y se caracteriza por el uso de títeres de guante manipulados por un solo titiritero. Este tipo de representación se distingue por sus escenas rápidas, actuaciones cómicas y temas populares que suelen conectar con el público infantil y familiar. En el contexto del Festival Internacional de Títeres Manuelucho, el guiñol clásico aparece como una de las técnicas destacadas traídas por agrupaciones internacionales, destacando la diversidad de estilos presentes y su valor histórico dentro del arte titiritero, como lo señala la cobertura de El Espectador.
La inclusión del guiñol clásico en la programación permite a las nuevas generaciones conocer las bases del teatro de títeres, mientras que a los públicos habituales les ofrece la oportunidad de apreciar el contraste entre las expresiones tradicionales y las más innovadoras del género. La técnica del guiñol sigue vigente como un vehículo para la transmisión de valores culturales y ofrece una forma accesible de acercarse al mundo del teatro, aspectos subrayados en los análisis de la Revista Arcadia.
¿Por qué es importante la descentralización cultural en festivales como el Manuelucho?
La descentralización cultural, entendida como la expansión de actividades y programaciones artísticas fuera de los centros tradicionales, permite que un mayor número de personas acceda a bienes y servicios culturales. En el caso del Festival Internacional de Títeres Manuelucho, la decisión de llevar funciones gratuitas a bibliotecas públicas y barrios periféricos de Bogotá se fundamenta en la política de inclusión y democratización reconocida por la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la ciudad.
Esta descentralización no solo favorece el acceso de niños, jóvenes y adultos de sectores tradicionalmente apartados de la oferta cultural, sino que también propicia el encuentro comunitario y el fortalecimiento de la identidad local. Según informes oficiales, iniciativas como esta amplían el impacto social de los festivales y responden a la necesidad de que la cultura sea un derecho, y no un privilegio, lo que justifica su relevancia en el panorama cultural contemporáneo.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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