Oct 25, 2023 - 8:04 am

Junto al río que navegó con fusil y camuflado, ahora Pastor Alape apuesta a la democracia. Armado de flores blancas y en bicicleta, hace campaña como el primer excomandante de la guerrilla desmovilizada de las Farc en lanzarse a la contienda electoral en Colombia.

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“Sigo siendo un revolucionario”, dice a la AFP el otrora rebelde, aunque a sus 64 años ha cambiado y quiere que el voto popular lo convierta en alcalde de Puerto Berrío (Antioquia) en las elecciones locales del domingo.

Atrás quedó su cabello oscuro, la boina al estilo del Che Guevara, su figura atlética y el anhelo de tomar el poder por las armas cuando ascendió hasta la cúpula del mayor grupo insurgente de América. “Estamos tratando […] de hacer transformaciones a partir del compromiso que asumimos al firmar el acuerdo de paz” en 2016, sostiene.

Por ese pacto, las Farc se aseguraron 10 escaños en el Congreso durante dos legislaturas (2018-2026) que no requieren voto popular, y ningún exjefe se postuló a cargos electivos.

Hoy, Alape aspira a la alcaldía de su pueblo natal, un enclave del conflicto entre rebeldes y paramilitares de ultraderecha, muy arraigados entre los años 1980 y 2000 en esa zona que bordea el río Magdalena.

De barba canosa, cabello ensortijado, lentes y unos kilos de más, volvió con apariencia bonachona y haciendo el gesto de la V de victoria en decenas de carteles políticos.

Es el primer miembro del Secretariado, antigua dirigencia de las Farc, que se medirá en las urnas. Apoyado por la izquierda en el poder, Alape se presenta a los comicios del domingo, en los que se elegirán también gobernadores, diputados regionales y otras autoridades locales.

Críticos del acuerdo ven con recelo su candidatura y argumentan que aún está pendiente de que el tribunal de paz (JEP) defina su responsabilidad en más de 21.000 secuestros imputados en 2022 al Secretariado. Alape pidió entonces perdón entre lágrimas.

“Esto se trata de un proceso, [sabíamos] que no era llegar inmediatamente y que la gente iba a salir a recibirnos dado toda una realidad de un largo conflicto. Hemos ido avanzando […], el hecho de estar así en mi pueblo ya es un avance”, dice Alape en su cierre de campaña.

Pedaleando para las elecciones regionales

A paso lento y rodeado de guardaespaldas, Alape recorre las calles y escucha a la gente bajo el lema “El pueblo manda y se le obedece”. Lo avalan el Pacto Histórico, la coalición liderada por el también exguerrillero y presidente Gustavo Petro, y el Partido Comunes, surgido del acuerdo que desarmó a unos 8.000 combatientes de las Farc.

Los comicios del 29 de octubre serán cruciales para los exguerrilleros que penan para ganarse la confianza del electorado y son blanco de violencia. En las últimas dos elecciones legislativas Comunes obtuvo menos del 1% de los votos.

Esta vez se presentarán 144 candidatos por el partido, siete de ellos a alcaldías, pero otros simpatizantes prefieren rechazar su apoyo para evitar estigmatización o ataques. Más de 350 firmantes del acuerdo han sido asesinados por disidentes de las Farc que retomaron las armas, narcos y hasta miembros de la fuerza pública, según la fiscalía.

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Alape pedalea con jóvenes y viejos amigos. A los 20 años dejó Puerto Berrío, espantado por el asesinato de políticos y campesinos de izquierda. Entonces se unió a las Farc, cuando el río Magdalena ya era un vertedero de cadáveres víctimas de paramilitares, algunas veces aliados con fuerzas estatales. Varios de sus familiares fueron asesinados.

También van en bicicletas sus excompañeros de armas, hoy dirigentes del partido que empezó llamándose FARC (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) y luego renunció a sus siglas de guerra.

Futuro incierto del Partido Comunes

Aunque el grueso de las Farc depuso los fusiles, algunos rechazaron el acuerdo y formaron grupos disidentes que suman más de 5.200 combatientes. El gobierno de Petro sostiene negociaciones con ellos y otros grupos armados.

Mientras tanto, el futuro de Comunes es incierto, siete años después de su creación.

Alape, que rechazó ser congresista para hacer “política desde los cimientos”, aspira a quebrar la racha de fracasos electorales, pero no ha sido fácil.

En campaña amenazaron a sus jóvenes colaboradores. “Les han dicho ‘los vamos a arrasar, si ese señor gana nos vamos a armar'”, cuenta. Allegados aseguran que en ocasiones le gritan “¡guerrillero!” y “¡asesino!”.

Para Rafael Quishpe, investigador del conflicto colombiano, Comunes “no está condenado a desaparecer”. Han “empezado a crear ese espacio para militancias nuevas, jóvenes, que pueden capitalizar en votos en futuras elecciones” para disputarle el poder a los partidos tradicionales, añade.

En 2019, un ex-Farc conocido como Julián Conrado fue elegido alcalde de Turbaco (Atlántico), aunque se presentó con otro movimiento político.

“Que Pastor [sea] el primero del Secretariado que le esté apostando al poder local para nosotros es bastante significativo […], no es fácil porque nosotros veníamos de otra forma de lucha, pero nos hemos ido ajustando”, subraya el senador de Comunes Ómar Restrepo.

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