Willintong Gutiérrez hace parte de la cuarta generación de su familia que se dedica a la caficultura, como él dice: “nacimos debajo de un árbol de café”. El cafetero es administrador y propietario de la finca Villa Coffee, ubicada en la vereda La Cristalina, en el corregimiento Bilbao de Planadas (Tolima).

Desde el sur del Tolima, Gutiérrez produce café de variedad geisha bajo su marca Dynasty Gutiérrez Coffee; sin embargo, lo hace mediante un proceso innovador, que contrasta con la forma tradicional de producir el grano en el país.

(También puede leer: Real Academia del Café, una apuesta para aprender sobre el producto insignia de Colombia)

El cafetero retomó los estudios de bachillerato después de mucho tiempo y logró graduarse en 2010. Contó con tan buena fortuna que en ese mismo año salió una convocatoria para estudiar una Tecnología en Administración de Empresas Agropecuarias en el Sena, a la cual se presentó y pudo culminar con satisfacción.

A medida que avanzaba en sus estudios, el hombre seguía cultivando y vendiendo café con su familia, pero poco a poco su visión del campo y cómo producir iba cambiando. Después, a través de una organización, accedió a capacitaciones con el Sena para aprender a trabajar cafés especiales o diferenciados.

Lee También

Somos muy dados a seguir la tradición. En el café, si mi vecino utiliza agua para el beneficio, yo hago lo mismo. Tal vez era lo que el mercado pedía en su momento. También estuve en unas giras nacionales que hizo el Ministerio de Agricultura, algunos van de paseo y otros a adquirir conocimientos. No obstante, la tecnología empezó a llegar al sur”, contó Gutiérrez.

De ahí que, a partir del 2015, el tolimense empezó un nuevo proceso para su finca, sobre todo, pensando en el medioambiente.

Los cafés naturales

En estas bolsas verdes el cafetero fermenta su producto.
En estas bolsas verdes el cafetero fermenta su producto.

Gutiérrez se comenzó a dar a conocer en el mundo del café en 2016 con un producto diferenciado, cafés naturales, que se denominan así porque no se utiliza agua para procesarlos.

Dijo que primero tuvo que enseñar a sus trabajadores una forma diferente de recolectar, puesto que solo utiliza granos en óptima maduración, es decir, cuando están morados. Un proceso de selección muy cuidadoso.

En la forma tradicional el grano después de su recolección se coloca en los secaderos, pero Gutiérrez realiza otro proceso. A través de una bolsa especial llamada grainpro, fermenta el café entre 70 y 80 horas, y luego sí lo pone a secar de manera natural.

Después, almacena el café para venderlo en su estado verde. “Es como pan caliente: saco un lote y ya se está vendiendo el otro, eso se da porque hemos sostenido y mejorado la calidad”, dice.

Los vecinos se sorprenden porque en la cultura cafetera la costumbre es ver un café despulpado, fermentado en tanque y lavado. Nosotros solo utilizamos el agua que Dios nos regala, mientras que de la forma tradicional por un kilo de café pergamino seco se utilizan aproximadamente 45 o 50 litros de agua”, explicó el productor.

El cafetero manifestó que el ahorro de agua por carga sería de 5.625 litros, además, si las fincas no cuentan con filtros este líquido contaminado lo reciben las fuentes hídricas.

Aunque reconoce que alcanza a producir 25 cargas por hectárea, un número muy inferior respecto a la caficultura clásica, dijo: “Ahí lo importante no es la cantidad sino la calidad, que la persona se tome un café que le va a gustar y que está cuidando su salud”.

Fomenta la formalidad

En el aspecto empresarial, el tolimense es otro ejemplo para su gremio, pues gracias a Fondo Emprender y la Alcaldía de Planadas, desarrolló un proyecto que le permitió constituir su empresa formal.

“Mis trabajadores son formales, lo cual significa mucho en la ruralidad, les muestro a los demás que sí se puede. Así que manejo los dos componentes, conservación ambiental y formalidad empresarial”, acotó.

Actualmente, todo este trabajo le permite a Gutiérrez exportar su café a China, Alemania, Italia, Estados Unidos y Canadá a través de un tercero.

El objetivo del cafetero tolimense es contar a mediano plazo con una trilladora y empacar su café al vacío, asimismo, tostar y moler el grano en su finca. Gutiérrez sabe que aún le queda trabajo por hacer, como obtener el registro de predio exportador y comercializar su producto terminado, sin embargo, ya trazó su plan.