Desde ya se teme que de aprobarse estos impuestos toquen varios productos de consumo relativamente común para los colombianos, aunque no hacen parte de la canasta familiar básica.

(Lea después: Comer en Crepes & Waffles ahora saldría más caro por nuevo impuesto del gobierno Petro)

Analizando las categorías que allí se mencionan, en varias encaja el tradicional Chocoramo y sus derivados, incluido el Gansito:

  • ‘Snacks’ o pasabocas empacados.
  • Ponqués y tortas.
  • Bizcochos y pasteles de dulce.
  • Confites de chocolate.

Esto evidenciaría que esa golosina efectivamente va a ser uno de los productos a los que le aplique el nuevo impuesto, que rondaría el 10 por ciento.

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¿Cambiar azúcar procesada por fructosa?

La mayoría de los dulces que aparecen en la lista suelen ser usados principalmente como alimentos para niños, incluidos comúnmente en loncheras, por lo que un cambio en su consumo tendría un efecto principalmente en la población menor de edad.

Más allá de lo discutible que sea el uso de un impuesto para conseguir ese objetivo, las críticas apuntan más al hecho de la economía de los estratos populares y la clase media será la más afectada, al ser los principales consumidores de ese tipo de comestibles.

¿Entonces el nuevo gobierno sabe que afectará a esta población y aún así sigue adelante con ello? La explicación es que esto tiene relación con una iniciativa de años atrás que busca hacer explícito el etiquetado de bebidas endulzadas para hacer conciencia sobre el consumo excesivo de azúcar. El ideal de ambas estrategias es justamente desestimular el consumo de ese tipo de productos.

Aunque las críticas no lo contemplan, el hecho de que los productos no se consideren de consumo básico hace que sea posible derivar su consumo en otro tipo de alimentos. Por ejemplo, las golosinas procesadas podrían cambiarse por frutas, mientras que el agua corriente debería sustituir a las bebidas endulzadas artificialmente.

También resulta discutible que se busque obligar a hacer esos cambios con medidas como los impuestos, pero el razonamiento que controvierte la medida diciendo que impacta el bolsillo de los colombianos omite que también hay un impacto no reconocido de las enfermedades ocasionadas por el consumo de azúcar, como la obesidad infantil y sus derivadas.

Por eso la discusión parece ser de salud pública más que de economía básica. Quizá haga falta hacer más explícito ese tema, aunque viendo que de por sí hay resistencia y ni siquiera los anuncios de organizaciones como Red Papaz han conseguido salir al aire por temas que rozan la censura, se hace cada vez más necesario que un gobierno aborde el tema de una manera más directa y pedagógica.