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El reciente anuncio del Gobierno de Estados Unidos de mantener una tarifa arancelaria general del 10 % para las exportaciones provenientes de Colombia marca un momento de desafíos y oportunidades para la economía colombiana. La decisión, plasmada en una orden ejecutiva destinada a salvaguardar intereses comerciales estadounidenses, afecta sensiblemente la dinámica de intercambio con Estados Unidos, quien es actualmente el principal socio comercial de Colombia. Este nuevo panorama económico obliga a ambos países a reconsiderar sus posiciones y buscar vías para mantener relaciones estables y beneficiosas.
De acuerdo con la ministra de Comercio, Industria y Turismo de Colombia, Diana Marcela Morales Rojas, pese a la implementación de la tarifa arancelaria, Colombia mantendrá un canal de diálogo abierto y técnico con el Gobierno estadounidense. El objetivo principal de estos acercamientos es mitigar el impacto de la medida y sentar las bases para eventuales negociaciones arancelarias. En declaraciones recogidas por distintos medios nacionales, Morales Rojas subraya la importancia de sostener un “entorno comercial armonioso y constructivo”, especialmente en una etapa donde aumentan las tensiones proteccionistas y se reconfiguran las cadenas globales de valor.
Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), explicó que aunque la imposición arancelaria representa un reto para los exportadores colombianos, no coloca a Colombia en una posición completamente desventajosa respecto a otros países de la región. En comparación con Ecuador, Brasil o Costa Rica, Colombia mantiene condiciones arancelarias relativamente favorables. Sin embargo, Díaz señala que México, debido al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), disfruta de una integración mucho más profunda y exenta de este tipo de tarifas, lo que le otorga una ventaja competitiva sustancial en sectores como manufactura y agroindustria.
El contexto global también arroja luz sobre la política estadounidense. Informes oficiales de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) reflejan un giro hacia políticas comerciales más proteccionistas desde 2021, aunque con margen flexible para negociar acuerdos bilaterales que fortalezcan la seguridad económica de Estados Unidos y su industria nacional. Este enfoque obliga a países como Colombia, que cuenta con un Tratado de Libre Comercio (TLC) vigente desde 2012, a adaptar sus estrategias frente a un interlocutor que prioriza la protección y el fortalecimiento de su economía.




Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), México ha consolidado su papel como principal socio comercial latinoamericano de Estados Unidos gracias al T-MEC, lo que le permitió blindarse frente a políticas arancelarias más estrictas. El resto de la región, incluido Colombia, enfrenta el reto de reforzar mecanismos de protección, diversificar sus destinos de exportación y mejorar sus condiciones internas de competitividad para no quedar rezagados en la carrera comercial regional.
A nivel interno, el Gobierno colombiano ha manifestado preocupación ante la posible adopción de nuevas medidas proteccionistas por parte de Estados Unidos, reiterando su compromiso con la apertura comercial y el desarrollo exportador. Según reportó El Espectador, el Ministerio de Comercio enfocará sus esfuerzos en diversificar mercados, abaratar costos logísticos y robustecer la productividad de sectores con alto potencial exportador, como los agroalimentos, las manufacturas y la tecnología.
Expertos en comercio internacional citados en medios como The New York Times señalan que la imposición de un arancel moderado puede servir como punto de partida para futuras negociaciones, pero también representa una presión para que Colombia avance en reformas estructurales y reduzca su dependencia de un solo mercado. La historia reciente de las relaciones comerciales bilaterales —desde la firma del TLC hasta las actuales disputas arancelarias— confirma que la negociación y la adaptación permanente son herramientas esenciales para mantener el crecimiento económico sostenible.
En conclusión, esta nueva etapa de las relaciones comerciales entre Colombia y Estados Unidos exige tanto habilidad diplomática como visión estratégica nacional. Reformas internas, alianzas sectoriales y diversificación de mercados serán claves para que Colombia refuerce su posición en el contexto internacional y asegure la sostenibilidad de su comercio exterior en el mediano y largo plazo.
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**¿Cómo puede Colombia diversificar efectivamente sus mercados de exportación?**
La imposición del arancel del 10 % por parte de Estados Unidos pone de relieve la necesidad urgente de Colombia de reducir su dependencia de un solo socio comercial. Diversificar mercados implica explorar nuevos destinos para los productos colombianos y ampliar la gama de bienes y servicios exportados. Esta estrategia puede requerir negociaciones multilaterales, acuerdos bilaterales con otras regiones del mundo y reformas internas para fortalecer la competitividad de la oferta nacional. Para Colombia, identificar nichos de mercado en Asia, Europa o África, así como aprovechar tratados existentes con otros países, será parte del desafío.
La diversificación también implica inversiones en infraestructura, capacitación y tecnología que permitan a los sectores productivos cumplir con estándares internacionales y superar barreras no arancelarias, como requisitos de calidad o normas fitosanitarias. De esta manera, Colombia podría mitigar el impacto de decisiones comerciales externas y favorecer su crecimiento económico sostenible.
**¿Qué efectos tienen los acuerdos comerciales regionales, como el T-MEC, en la competitividad de América Latina?**
El caso de México y su integración al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha servido como ejemplo de cómo los acuerdos comerciales regionales pueden fortalecer la posición competitiva de un país frente a potencias económicas. Este tipo de tratados van más allá de la reducción de aranceles y suelen incluir capítulos sobre inversiones, propiedad intelectual, estándares laborales y mecanismos de solución de controversias, lo que da mayor estabilidad jurídica y atractivo a los inversores extranjeros.
Sin embargo, el acceso desigual a estos acuerdos profundos genera brechas entre los países latinoamericanos. Mientras algunos gozan de acceso preferencial a mercados clave, otros se ven obligados a negociar condiciones menos favorables o a enfrentarse a barreras arancelarias. Esta situación plantea un reto regional para avanzar hacia una mayor integración y cooperación que permita a América Latina competir con mayor eficacia en la escena global.
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