El billar fue inventado por los franceses en el siglo XVI y desde ese momento se empezó a expandir por el mundo. En Colombia no fue la excepción y alrededor de este deporte se creó toda una cultura, pues en los barrios populares siempre hay un local de esta actividad.
Para jugarlo no se puede omitir tener una cerveza en la mano y disfrutarlo al son de unas buenas rancheras o vallenatos. El que pierde el ‘chico’ paga la cuenta, que bien puede incluir un petaco de ‘pola’ o unas buenas cajas de aguardiente para seguir con la noche, aunque también se da para que ocurra uno que otro altercado o riña producto del exceso de licor.
Sin embargo, en los últimos años en Bogotá se ha empezado a imponer una tendencia de otro tipo de billares, algunos pocos en la ciudad en donde el ambiente es muy distinto al que se vive en los barrios populares de la capital.
Son negocios lujosos, un poco más costosos y a donde van a jugar estrellas de este deporte. También funcionan como bares y acuden principalmente estudiantes de exclusivas universidades en Bogotá.
Por ejemplo, hay uno que se llama Billares club 8 que queda en Chapinero. En el lugar hay mesas profesionales, las más costosas del mundo. El negocio ya está digitalizado, tienen sillones de cuero y allí se hacen campeonatos con importantes premios de dinero en efectivo.
Otro de los sitios importantes es el club de billares Chevillotte, uno de los más lujosos de la ciudad. Cuenta con mesas que también son de competencia internacional y con una carta de licores, cócteles y muy buena comida.
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