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El XI Encuentro de Escritoras en Manizales ha consolidado su posición como un espacio artístico y cultural donde convergen diversas generaciones, territorios y géneros. Según lo reportado por el medio La Patria, a esta edición asistieron cerca de 750 personas de manera presencial y otras 350 participaron virtualmente, lo que evidencia el creciente alcance e interés por este tipo de actividades culturales. La coordinadora general, Jhoana Patiño, subrayó que el evento aplica una apuesta fundamental: “deselitizar la literatura y la cultura”, es decir, abrir estos espacios y contenidos a una mayor pluralidad y participación de las comunidades, alejándolos de círculos exclusivos o restringidos.
Durante cinco días, el Encuentro ofreció un crisol de expresiones artísticas que rebasó los límites tradicionales de la lectura literaria. Música, proyectores de documentales, muralismo y performances se integraron con la literatura para fortalecer la relación bidireccional entre escritoras y público. Esta estrategia, subraya La Patria, permitió construir narrativas conjuntas y propiciar debates desde ópticas diversas, mostrando cómo la cultura puede ser vivida y compartida en múltiples lenguajes y experiencias.
Uno de los aspectos distintivos de esta edición fue el uso de escenarios no convencionales. Además de las universidades y casas de cultura, el evento se realizó en fundaciones y barrios como Solferino, donde los recorridos de murales ofrecieron una conexión simbólica con la memoria colectiva y la identidad local. En palabras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), este tipo de intervenciones refuerzan el arte público como herramienta de diálogo y revitalización comunitaria, una tendencia que ha cobrado fuerza mediante procesos de democratización cultural en América Latina.
La dimensión social del Encuentro sobresalió especialmente a través del trabajo con 25 niños, niñas y jóvenes en semilleros organizados por la Red de Escritoras de Caldas. El Ministerio de Cultura de Colombia destaca que la inclusión de jóvenes en estas iniciativas no solo fortalece los procesos de participación ciudadana, sino que también contribuye a la formación de nuevos líderes y voceros culturales en sus territorios, promoviendo así la consolidación de un tejido social robusto y plural.




No menos relevante es la solidez de las alianzas estratégicas que respaldan este Encuentro. Entidades públicas y privadas como la Alcaldía de Manizales, la Universidad de Caldas, el Banco de la República y organizaciones culturales, han sumado fuerzas para asegurar la sostenibilidad y expansión del evento, siguiendo recomendaciones de expertos en gestión cultural citados por el Journal of Cultural Management. Este trabajo en red resulta clave para multiplicar el alcance y el impacto social del Encuentro, favoreciendo su continuidad y pertinencia.
Por todo ello, el XI Encuentro de Escritoras se inserta en una tendencia latinoamericana basada en la colaboración interterritorial e intergeneracional, como resaltan informes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Estas apuestas enriquecen la producción artística al tiempo que dialogan con procesos de reconciliación y reconocimiento de saberes locales, evidenciando que la cultura profunda no reside solo en las élites, sino que emerge día a día en la vida comunitaria.
Así, Manizales da ejemplo de cómo la democratización de la literatura y el arte contribuye a la inclusión social, respondiendo a las recomendaciones internacionales planteadas por la UNESCO. El Encuentro de Escritoras, más que un evento literario, reafirma cómo la cultura crea vínculos, cohesiona comunidades y constituye un pilar del desarrollo humano, la convivencia democrática y la justicia social tanto a nivel local como internacional.
¿Por qué es importante la participación de jóvenes en espacios literarios?
Su importancia radica en la posibilidad de formar nuevas generaciones de creadores y fortalecer el tejido social. Según el Ministerio de Cultura de Colombia, la inclusión de niños y jóvenes en actividades culturales y semilleros literarios promueve habilidades de pensamiento crítico, estimula la creatividad y fomenta el compromiso ciudadano. Estos procesos potencian la diversidad y contribuyen a la consolidación de una cultura democrática y plural en las comunidades.
Además, al interactuar con escritoras experimentadas y participar en la creación de narrativas propias, los jóvenes adquieren herramientas para ejercer su voz y fortalecer su identidad. Esta vinculación intergeneracional ayuda a preservar y renovar las tradiciones literarias, garantizando la continuidad de expresiones culturales en un entorno en constante transformación.
¿Qué se entiende por democratización de la cultura?
La democratización de la cultura, según la UNESCO y la CEPAL, refiere a la apertura de las prácticas artísticas y del acceso a bienes culturales para todos los sectores sociales, más allá de sectores tradicionalmente privilegiados. Esto implica fomentar la participación amplia y activa de comunidades diversas en la vida cultural, de manera que sus voces, saberes y expresiones sean reconocidos y visibilizados.
Este proceso va de la mano con el fortalecimiento de espacios culturales públicos, la descentralización de actividades y la creación de redes colaborativas entre instituciones. Así, democratizar la cultura permite que más personas se sientan parte activa de su identidad y memoria colectiva, transformando la cultura en motor de cambio social y cohesión comunitaria.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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