
La salud mental de los jóvenes atraviesa una crisis sin precedentes. Así lo confirma un estudio publicado en ‘Plos One’, analizado por la catedrática Maite Garaigordobil, experta en Evaluación y Diagnóstico Psicológico, quien advierte que “la juventud es hoy el grupo más vulnerable en términos de salud mental”.
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El informe revela un cambio drástico en los patrones tradicionales de felicidad e infelicidad: mientras antes los jóvenes se ubicaban en el punto más alto de bienestar, hoy muestran niveles preocupantemente bajos, acompañados de un incremento del malestar psicológico.
Según el estudio, el bienestar solía describirse mediante una curva en forma de U: alto en la juventud, descendente en la mediana edad y ascendente nuevamente en la vejez. Sin embargo, los resultados actuales muestran una tendencia opuesta: la felicidad en los jóvenes es baja y continúa disminuyendo hasta los 40 años.




De manera coherente, los índices de infelicidad han aumentado en la adolescencia y la adultez temprana, lo que evidencia un deterioro general del bienestar emocional.
Las causas son múltiples y se retroalimentan entre sí. Garaigordobil señala que uno de los factores clave es la exposición constante a las redes sociales, que si bien facilitan la comunicación, también fomentan la comparación, la búsqueda de aprobación y la presión por alcanzar estándares de belleza o éxito inalcanzables.

Todo ello causa sentimientos de soledad, frustración y baja autoestima. A esto se suma la presión académica y laboral en un contexto cada vez más competitivo, donde los jóvenes sienten que deben sobresalir sin contar con redes de apoyo sólidas.
La experta también destaca el impacto de la incertidumbre económica, climática y social. La precariedad en el empleo, las dificultades para acceder a una vivienda y la sensación de un futuro incierto alimentan la ansiedad y la desesperanza. Además, la reducción del tiempo de convivencia familiar, debido a las extensas jornadas laborales de los padres, ha debilitado la comunicación y la detección temprana de problemas emocionales.
La pandemia, un factor que agravó la crisis de salud mental en los jóvenes
Otro factor agravante ha sido la pandemia, que acentuó el aislamiento, la inestabilidad y la inseguridad emocional de los jóvenes. A esto se suma la falta de recursos suficientes en los sistemas de salud mental, que provocan demoras en la atención y cronificación de los trastornos.
Garaigordobil advierte que este fenómeno no es local, sino global. En los 44 países analizados se observan patrones similares, lo que sugiere que las transformaciones tecnológicas, sociales y culturales están erosionando el bienestar de la juventud en todo el mundo.
Asimismo, la especialista señala que las mujeres jóvenes presentan mayores niveles de malestar que los hombres. Esto se debe, en parte, a la presión social por cumplir con estándares de imagen y aceptación, así como a la mayor exposición a situaciones de acoso o violencia de género.
En cuanto a las nuevas tecnologías, la catedrática considera que el uso excesivo de internet y redes sociales es uno de los principales factores detrás del aumento de los problemas de salud mental. Además, estas plataformas han amplificado fenómenos como el ‘cyberbullying’, que expone a los adolescentes a una violencia constante, sin límites temporales ni espaciales.
Para revertir esta situación, Garaigordobil propone un enfoque integral que combine prevención, educación y políticas públicas. Recomienda fortalecer los servicios de salud mental infanto-juvenil, promover la educación socioemocional en los colegios, y fomentar un equilibrio entre el ocio digital y las actividades presenciales que promuevan la interacción social.
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