La leche de vaca es uno de los alimentos más consumidos en el mundo, especialmente en la infancia, por su aporte de proteínas, calcio, vitaminas y otros nutrientes esenciales para el crecimiento y el desarrollo. Sin embargo, también es uno de los más cuestionados por sus posibles efectos negativos en la salud de los adultos, como la intolerancia a la lactosa, las alergias, la obesidad o las enfermedades cardiovasculares.

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¿Qué dicen los expertos al respecto? ¿Es la leche de vaca un alimento recomendable para los adultos o se debe limitar o evitar su consumo? En este artículo intentaremos responder a estas preguntas basándonos en la evidencia científica disponible.

Qué beneficios tienen tomar de la leche de vaca

Según la EcuRed¹, la leche de vaca es un “alimento de alto valor biológico” que proporciona, en un solo litro, 30 gramos de proteínas de alta calidad, que contienen todos los aminoácidos esenciales que el organismo no puede sintetizar y que solo puede obtener a través de la dieta. Estas proteínas son claves para la formación y el mantenimiento de los tejidos musculares, óseos, cutáneos y sanguíneos, así como para el funcionamiento del sistema inmunitario, cardiovascular y digestivo.

Además, la leche de vaca es una fuente importante de calcio, un mineral indispensable para la salud ósea y dental, que previene la osteoporosis y las fracturas. También aporta otros minerales como el fósforo, el magnesio, el potasio o el yodo, que participan en diversas funciones metabólicas, nerviosas y hormonales.

La leche de vaca también contiene vitaminas liposolubles como la A y la D, que contribuyen a la visión, al crecimiento celular, a la absorción del calcio y a la regulación del sistema inmune. Asimismo, contiene vitaminas hidrosolubles del grupo B, como la B2 o riboflavina, que interviene en el metabolismo energético y en la protección de las células frente al estrés oxidativo.

Cuáles son los riesgos de tomar la leche de vaca

A pesar de los beneficios nutricionales que ofrece la leche de vaca, también existen algunos riesgos asociados a su consumo excesivo o inadecuado. Uno de ellos es la intolerancia a la lactosa, que se produce cuando el organismo no produce suficiente lactasa, una enzima que digiere el azúcar presente en la leche. Esto provoca síntomas digestivos como diarrea, gases, dolor abdominal o náuseas. Según BBC News Mundo, casi el 65 % de la población mundial tiene una capacidad limitada para digerir la lactosa.

Otro riesgo es la alergia a las proteínas de la leche de vaca, que se da cuando el sistema inmunitario reacciona ante estas sustancias como si fueran agentes extraños y peligrosos. Esto puede causar reacciones cutáneas, respiratorias o anafilácticas. Esta alergia es más frecuente en lactantes y niños pequeños que en adultos.

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También se ha relacionado el consumo excesivo de leche de vaca con un mayor riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Esto se debe a que la leche entera tiene un alto contenido en grasas saturadas y colesterol, que pueden aumentar los niveles de grasa corporal y de colesterol malo (LDL) en sangre. Sin embargo, estos efectos pueden reducirse o evitarse consumiendo leche desnatada o semidesnatada.