
La multitud recibió la noticia con emoción, vítores y ondeando banderas de todo el mundo ante la elección del papa León XIV. Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el nuevo pontífice ofreció su primera bendición, marcando el inicio de una nueva etapa para la Iglesia Católica, cargada de esperanza y renovación espiritual.
Ante este histórico acontecimiento, desde el medio Vía País exploró su perfil astrológico, analizando tanto su signo zodiacal como su horóscopo chino para comprender mejor las posibles características de su liderazgo espiritual.
(Vea también: Cuál es el significado del nombre del nuevo papa, León XIV: alegra y atemoriza a muchos)
¿Qué le deparan los astros al papa León XIV?
Robert Francis Prevost nació el 14 de septiembre de 1955, lo que lo convierte en nativo del signo Virgo. Según la astrología occidental, Virgo es un signo de tierra regido por Mercurio, asociado a personas detallistas, analíticas y muy racionales. Los virginianos se destacan por su capacidad de observación, su compromiso con el trabajo bien hecho y una inclinación natural hacia el servicio a los demás.
Este enfoque virginiano sugiere que el papado de León XIV podría estar marcado por una gestión práctica, austera y profundamente comprometida con lo esencial.
Se trataría de un liderazgo que, más allá de las formas, se enfocaría en resolver problemáticas concretas dentro de la Iglesia, con una mirada crítica y ordenada de la realidad. La naturaleza humilde de Virgo también podría manifestarse en un estilo sobrio, que prioriza la escucha, la reflexión y la acción discreta por encima de los gestos grandilocuentes.
¿Cuál es el horóscopo chino del papa León XIV?
Desde la perspectiva de la astrología china, Robert Francis Prevost nació en el año de la Cabra (u Oveja), más precisamente en una Cabra de Madera, ya que 1955 estuvo regido por este elemento. Este signo oriental se asocia a personas sensibles, creativas y compasivas, que valoran la armonía por encima del conflicto y tienden a evitar los enfrentamientos directos.
Las personas nacidas bajo el signo de la Cabra suelen tener una vida interior rica y una gran capacidad para conectar emocionalmente con los demás. Son seres empáticos, con un fuerte sentido artístico y espiritual, y una tendencia a cultivar la paz tanto en su entorno como en sus relaciones personales. La Madera, como elemento, potencia su generosidad, su orientación al crecimiento espiritual y su sensibilidad hacia las causas sociales.
Esta combinación —Virgo en el zodíaco occidental y Cabra de Madera en el horóscopo chino— traza el perfil de un líder espiritual introspectivo, prudente y profundamente humano, según ese medio de comunicación.
Todo indica que el papa podría tener un estilo de conducción marcado por la empatía, la compasión y una fuerte vocación de servicio, con atención especial a los sectores más vulnerables de la sociedad. Su modo de liderazgo parecería inclinarse más hacia la escucha y la contención que hacia la confrontación o la imposición de autoridad.




Un liderazgo silencioso, pero transformador en la Iglesia Católica
El nuevo pontífice parece reunir las cualidades necesarias para liderar a la Iglesia Católica en un momento histórico complejo, en el que se requieren decisiones firmes pero también una renovada sensibilidad hacia el sufrimiento humano. Su perfil sugiere que priorizará la justicia social, la sencillez evangélica y una espiritualidad centrada en lo esencial: el servicio, la humildad y el amor al prójimo.
Aunque no se conoce con certeza la hora exacta de su nacimiento —lo que impediría un análisis completo de su carta natal—, la sensibilidad que emana de su personalidad hace pensar que la Luna podría estar ubicada en signos de agua como Cáncer o Piscis. Esta posición aportaría una emocionalidad intensa, ternura y una notable capacidad de empatía, características ideales para un papa que aspira a reconstruir puentes, sanar heridas y recuperar la cercanía con los fieles.
En definitiva, la astrología sugiere que el papa León XIV no solo será un guía espiritual, sino también un trabajador incansable, silencioso y transformador. Un sumo pontifíce que sabrá combinar razón y emoción, fe y acción, para renovar el mensaje de la Iglesia desde lo profundo y lo humano.
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