Se acerca el momento más esperado por muchos. Pasan las horas y la Navidad está más cerca. Este jueves finaliza la programación de la novena con el día 9. La comida y los regalos adornarán la noche. A pesar de que muchas familias tengan que celebrar a la distancia, pueden tener una llamada fraternal en la que compartan todos aquellos aspectos que hacen de este día una celebración única y especial.

Antes de empezar con la novena, tenga en cuenta el siguiente orden:

  1. Oración para todos los días.
  2. Consideración del día.
  3. Oración a la Virgen María.
  4. Oración a San José
  5. Gozos.
  6. Oración al Niño Jesús.
  7. Villancicos (muchos los cantan al final de la Novena, pero también hay quienes lo hacen al comienzo o entre las oraciones).

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él, os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado; suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces Gloria al Padre).

Consideración: día 9 de la Novena

La noche ha cerrado del todo en las campiñas de Belén. Desechados por los hombres, y viéndose sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria población, y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina. Seguía a la reina de los Ángeles el jumento que le había servido de humilde cabalgadura durante el viaje, y en aquella cueva hallaron un manso buey, dejado allí probablemente por alguno de los caminantes que habían ido a buscar hospedaje en la cuidad.

El Divino Niño, desconocido por sus criaturas racionales, va a tener que acudir a las irracionales para que calienten con su tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten con esto, y con su humilde actitud, el respeto y la adoración que le había negado Belén. La rojiza linterna que José tiene en la mano ilumina tenuemente ese pobrísimo recinto, ese pesebre lleno de paja que es figura profética de las maravillas del altar, y de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer con los hombres. María está en oración en medio de la gruta, y así van pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de misterio.

Pero ha llegado la medianoche, y de repente vemos dentro de ese pesebre, poco antes vacío, al divino Niño esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con inefable anhelo. A sus pies se postra su Santísima Madre, en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José también se acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imponderable oficio de padre adoptivo del Redentor de los hombres. La multitud de ángeles que desciende de los cielos a contemplar esa maravilla sin par, dejan estallar su alegría y hacen vibrar en los aires las armonías de ese ‘Gloria in Excelsis’ que es el eco de la adoración que se produce en torno del Altísimo, hecha perceptible por un instante a los oídos de la pobre Tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar al ‘recién nacido’ y presentarle sus humildes ofrendas. Ya brilla en oriente la misteriosa estrella de Jacob, y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a depositar a los pies del Divino Niño el oro, el incienso, y la mirra, que son símbolos de la caridad, la adoración y la mortificación.

¡Oh, adorado Niño! Nosotros también, los que hemos hecho esta novena para prepararnos al día de vuestra Navidad, queremos ofreceros nuestra pobre adoración. ¡No la rechacéis! ¡Ven a nuestras almas, venid a nuestros corazones llenos de amor! Encended en ellos la devoción a vuestra santa infancia, no intermitente y solo circunscrita al tiempo de vuestra Navidad, sino siempre y en todos los tiempos; devoción que fielmente practicada y celosamente propagada, nos conduzca a la vida eterna, librándonos del pecado y sembrando en nosotros todas las virtudes cristianas.

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Oración a la Virgen María

Soberana María que por vuestras grandes virtudes, y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya. Os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh, dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Avemaría).

Oración a San José

¡Oh, santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

(Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)

Gozos de la Novena de Navidad

“Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas, ven no tardes tanto! ¡Ven no tardes tanto!” o “ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús, ven, ven, ven, ven; ven a nuestras almas Jesús, ven, ven a nuestras almas; ¡no tardes tanto, no tarde tanto, Jesús, ven, ven! ¡Ven, ven!”, es lo que suelen cantar quienes rezan la novena, tras leer cada uno de los siguientes gozos:

  1. Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  2. ¡Oh, Sapiencia suma, del Dios soberano, que a nivel de un niño, te hayas rebajado!  ¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos, la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  3. ¡Oh, Adonai potente, que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  4. ¡Oh, raíz sagrada, de José que en lo alto, presentas al orbe, tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, Bella flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  5. ¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos. Oh, Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  6. ¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  7. ¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  8. ¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro. De Israel anhelo, Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  9. ¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  10. ¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercanos! ¡Ven que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  11. ¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  12. ¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto: ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  13. ¡Ven Salvador nuestro, por quien suspiramos! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

Oración al Niño Jesús

Acordaos, ¡oh, dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo sacramento y, en persona suya, a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.

Llenos de confianza en vos, ¡oh, Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

Villancicos

1. ‘Mi burrito sabanero’

“Con mi burrito sabanero, voy camino de Belén,
Con mi burrito sabanero, voy camino de Belén,
Si me ven, si me ven,
Voy camino de Belén,
Si me ven, si me ven,
Voy camino de Belén”, dice parte del tema que se puede escuchar en el siguiente video del Canal de YouTube Mundo Canticuentos:

2. ‘Campana sobre campana’

“Belén, campanas de Belén,
Que los ángeles tocan,
Qué nueva me traéis?”, son algunas líneas de la canción que se puede escuchar en este video del Canal de YouTube HeyKids.es – Canciones Para Niños:

3. ‘Los peces en el Río’

“Pero mira cómo beben los peces en el río,
Pero mira cómo beben por ver al Dios nacido,
Beben y beben y vuelven a beber,
Los peces en el río por ver a Dios Nacer”, es una de las partes más cantadas que se puede ver en el siguiente video del Canal Mundo Canticuentos de YouTube: