Cansada de los dedos ensangrentados, los dolores en las piernas y las dificultades para caminar derivadas de los tacones, esta japonesa ha desatado una campaña para desterrarlos del trabajo.

Su movimiento surgió de forma espontánea, impulsado por el alcance global de internet, después de que ella publicara un mensaje en Twitter contando su sufrimiento por llevar tacones altos a diario, de acuerdo con el código de vestimenta de la funeraria en la que trabajaba a tiempo parcial.

La viralidad del mensaje llevó a Ishikawa a crear la etiqueta #KuToo, una mezcla de la pronunciación de los términos japoneses ‘kutsu’ (zapato) y ‘kutsuu’ (dolor), y a emprender una recogida de firmas a través de change.org para pedir al Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar que prohíba la obligatoriedad de llevar tacones que establecen ciertas empresas ante la inexistencia de regulación.

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La petición acumula hasta este lunes más de 29.500 firmas de las 35.000 requeridas y ya está en conocimiento del ministerio, donde aseguran que se la toman “seriamente”, dice a Efe por correo electrónico un portavoz de la División de igualdad de oportunidades laborales.

La aproximación al asunto por parte del gobierno no convence a la impulsora del #KuToo. “Quieren resolverlo no como un problema de discriminación de género, sino como un problema de abuso de poder” en el ámbito laboral, explica Ishikawa en una entrevista con Efe.

Más allá del anecdótico destierro de los tacones del trabajo, el objetivo del #KuToo es conseguir “que el mundo se dé cuenta de las pequeñas discriminaciones de género que existen y digan no, hacer reflexionar a la gente”, señala, sobre todo en una sociedad que en muchos casos prima la belleza estética frente a otros aspectos.

Aunque está demostrado que los tacones provocan dolor de cadera porque requieren de más fuerza al caminar, que disparan la tasa de artrosis de rodilla, la aparición de juanetes y la inflamación en los metatarsianos por una presión excesiva en el antepié, en muchas empresas se consideran obligatorios, influidas por estereotipos.

Más del 60 % de las japonesas han tenido que llevar tacones como parte de las normas de vestuario de su empresa o durante la búsqueda de empleo, o conocen a alguien obligado a ello, y más del 80 % dice haber tenido problemas de salud por el uso de tacones, según una encuesta de Business Insider Japan publicada este mes de junio.

“Incluso ahora la idea de que las mujeres deben ir guapas aunque estén en el trabajo prevalece. Por eso, las mujeres tienen difícil escapar de esa percepción de la belleza de ser ‘joven y hermosa’ que existe en Japón”, explica Ishikawa, que apunta a que el problema va más allá de unos simples tacones.

Lo que surgió como un movimiento icónico para algunos y trivial para otros ha generado una campaña de ciberacoso contra ella. Cuando el #KuToo cobró notoriedad, la red se inundó de imágenes de desnudos de la modelo, que ha participado en varias películas eróticas y sesiones fotográficas y todavía sigue trabajando haciendo desnudos.

“Aunque ha habido trabajos en los que me he quitado la ropa sin tener elección, hay otros en los que lo he hecho voluntariamente. Me encanta mi desnudez y quiero expresarlo (…), porque sé que aunque me desnude no pierdo mis derechos”, expone con firmeza la japonesa.

“En Japón se dice que ‘las mujeres que se han desnudado no tienen derechos humanos’, así que parece que creen que difundir imágenes mías desnuda es un ataque”, dice Ishikawa, que considera que el hecho de que una mujer sea acosada cuando habla de sexismo es una prueba de que la discriminación de género es un problema.

Solo con hablar sobre “discriminación sexual” y decir que quieren cambiarlo “son muy criticadas, se las ataca, lo que al final termina convirtiéndose en discriminación. Es un patrón muy habitual”, dice la modelo, que cree que “quizá el problema es que (esa gente) no quiere reconocer que lo que están haciendo es discriminatorio. No quieren reconocer que en Japón hay discriminación”.

“Me han tildado de puta simplemente por decir que quiero llevar los mismos zapatos que los hombres o que esto es un problema de discriminación de género”, dice Ishikawa, y reconoce que ha dejado “por miedo” el trabajo en el que estaba cuando todo comenzó, porque cuando el movimiento cobró notoriedad el ambiente se ensombreció.

El #KuToo tiene “cierto componente del #MeToo” y su fuerza “reside en que no es un movimiento que esté impulsando yo sola, sino que cuenta con el apoyo de muchas personas. A mí simplemente me han dejado montar en esa ola”, dice restando importancia a su papel.