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El Mercado Campesino de Villamaría, celebrado el primer domingo de cada mes desde hace doce años, constituye un punto de encuentro vital para las comunidades rurales del municipio. Mucho más que una simple feria agrícola, este espacio se ha convertido en una dinámica de resistencia cultural, social y económica que fortalece los lazos entre el campo y la ciudad. Actualmente, el evento reúne a cerca de 34 campesinos provenientes de 17 veredas, quienes, con el respaldo de asociaciones rurales y el acompañamiento de la Alcaldía local, han consolidado una experiencia de venta directa sin intermediarios. Esta estructura favorece una economía local más sólida y reconoce la importancia de los pequeños productores en la seguridad alimentaria y cultural del territorio, según recoge un reportaje de La Patria.
Entre los vendedores destacados se encuentra la familia de Elizabeth Clavijo y Luis Gonzaga Gutiérrez. Su trabajo refleja una dedicación arraigada en la agricultura tradicional y en metodologías respetuosas con el entorno, como el uso de semillas propias y abonos orgánicos. La oferta que presentan va mucho más allá de frutas y verduras frescas; incluye productos procesados artesanalmente como panela, tamales y quesos frescos. Según el testimonio recogido por La Patria, la familia ha logrado mejorar sus condiciones económicas, modernizando su finca y apostando por la educación de las generaciones más jóvenes, lo cual resalta el impacto positivo de estos mercados sobre las familias del campo.
El mercado no solo cumple una función de intercambio económico. Elizabeth Clavijo destaca el valor educativo del evento, pues brinda a los consumidores urbanos la oportunidad de aprender sobre cultivos y prácticas agrícolas ancestrales. Cada mesa de venta es también un espacio para el intercambio de conocimientos, la conservación de semillas nativas y el fortalecimiento de tradiciones rurales. Diana Milena Gil, coordinadora del mercado, señala que la feria nació precisamente como respuesta a la necesidad de integrar a los campesinos en el flujo comercial del casco urbano y de generar oportunidades de formación y respaldo técnico desde las propias bases rurales.
De acuerdo con un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los mercados campesinos son fundamentales para lograr la soberanía alimentaria de las regiones, garantizando sistemas alimentarios más sostenibles, diversidad de cultivos y resiliencia económica frente a las presiones del agro industrializado (FAO, 2023). Similares conclusiones aporta la investigación de Vaarst et al., publicada en Agriculture and Human Values, que subraya cómo la venta directa consolida la confianza y valoración entre productores y compradores.




El alcance social de este tipo de iniciativas se evidencia, además, en la participación generacional. La familia Gutiérrez, integrada por abuelos, hijos, nietos y yernos, demuestra el valor comunitario y la transmisión de saberes sobre el trabajo agrícola, incluso frente a los desafíos logísticos planteados por las condiciones de las vías rurales, situación señalada en reportes del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC).
El Mercado Campesino es igualmente un escenario de reafirmación identitaria. El despliegue de productos sin químicos, el orgullo de la vestimenta tradicional campesina y la visibilidad de la historia familiar refuerzan la premisa de que lo rural es parte esencial del futuro local, no solo una herencia del pasado. Así, el mercado se convierte en un ejemplo replicable de articulación entre desarrollo económico, cultura, educación y sostenibilidad, como coinciden en señalar tanto fuentes institucionales como los propios protagonistas del evento.
De acuerdo con estudios de Nielsen sobre consumo sostenible, los consumidores valoran cada vez más la posibilidad de adquirir productos frescos, saludables y a precios justos directamente del productor. Esta tendencia impulsa el fortalecimiento de iniciativas similares, donde se tejen relaciones de confianza y se promueve la vitalidad de la economía campesina, ofreciendo beneficios concretos tanto para quienes laboran la tierra como para quienes habitan las ciudades.
¿Por qué es importante la venta sin intermediarios en los mercados campesinos?
La venta directa, es decir, sin intermediarios, permite que los campesinos obtengan una mayor ganancia por sus productos, haciéndolo más rentable y sostenible para las familias rurales. Esta modalidad, mencionada tanto por productores como en investigaciones citadas por la FAO, elimina eslabones en la cadena de distribución, lo que ayuda a fijar precios más justos y a fortalecer la confianza entre productor y consumidor. Además, facilita un intercambio más transparente sobre la calidad y procedencia de los alimentos, alentando prácticas agrícolas responsables y el consumo consciente en las ciudades. De este modo, se genera un beneficio dual: se protege la economía campesina y se estimula la alimentación saludable en el entorno urbano.
¿Qué se entiende por soberanía alimentaria y cómo contribuyen estos mercados a ella?
La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a decidir sobre su propio sistema de producción, distribución y consumo de alimentos, garantizando la diversidad cultural y agrícola. Según definiciones retomadas por la FAO y estudios académicos, este concepto implica que las comunidades tengan control sobre sus recursos y métodos agrícolas, priorizando el bienestar local sobre intereses externos o industriales. Los mercados campesinos, como el de Villamaría, fortalecen la soberanía alimentaria promoviendo cultivos propios, el intercambio de semillas y la persistencia de saberes locales, y ofrecen a la sociedad opciones de consumo vinculadas directamente al territorio y sus productores originales.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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