El ser humano, a través de los años, ha buscado compañía, lealtad y cariño, no solo en sus relaciones interpersonales, sino también en los animales. La relación entre hombres y perros, como animales domésticos, empezó hace más de 30.000 años y cada vez el vínculo es más estrecho. Tanto así que hoy en día, para las personas es un hecho que sus hijos perrunos poseen personalidades definidas, establecidas por sus razas, condiciones de vida y trato, factores que determinan sus gustos.

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Ahora que estos seres forman parte esencial de la familia, nos preocupamos no solo por ofrecerles objetos personalizados, sino también por elegir el alimento correcto que contenga un sabor atractivo y que aporte los nutrientes necesarios para que nuestra mascota se desarrolle sana y tenga una vida longeva a nuestro lado.

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Garantizar el gusto hacia un alimento específico no es un tema sencillo, ya que es difícil encontrar un concentrado que sea apetecible para ellos y lo consuman permanentemente a través del tiempo.

Para que esta tarea sea menos complicada y su perro se adapte a un alimento en específico, existe la palatabilidad, definida como el conjunto de estímulos sensoriales positivos que experimenta el animal al probar un alimento, independientemente de su valor nutritivo. Dichos factores determinan que el concentrado sea más o menos placentero para la mascota.

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¿Cómo elegir un buen concentrado para las mascotas?

Para que el concentrado sea agradable al gusto de su mascota, se debe tener en cuenta una serie de requisitos:

  • Materias primas de excelente calidad
  • Procesos de fabricación con altos estándares que permitan obtener una croqueta crujiente y con niveles óptimos de dureza, humedad y densidad.
  • Una cobertura cuyo olor sea agradable, despierte el apetito del perro y potencialice el sabor del alimento.
  • Un empaque que garantice la duración del alimento en el tiempo y permita que sus atributos de sabor se conserven.
  • Un correcto almacenamiento del producto: se debe mantener bien sellado hasta que este termine, evitando el contacto con el aire para que las propiedades de olor, consistencia y sabor no cambien, y dejen de ser apetecibles.