Christian Ocampo Torres nació en Armenia en 1992, tiene 29 años. Por su madre, que es lectora, Ocampo se interesó en los libros, en la literatura.

“Desde que estaba pequeño la veía leer bastante, entonces yo me inmiscuía en los libros para revisar portadas y reseñas, como mi madre vio que me llamaban la atención, a veces me invitaba a leer los que ella ya había leído; así me acerqué a los libros. Ya después de eso, mi padre también me apoyó en la adquisición de libros que deseaba”, explicó el joven escritor.

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Estudió licenciatura en español y literatura en la Universidad del Quindío. Posteriormente, realizó la maestría en Estética y Creación en la Universidad Tecnológica de Pereira. Se ha desempeñado como fotógrafo, docente universitario, promotor de lectura y gestor cultural en Comfenalco Quindío.

“También tuve la fortuna de que, durante el bachillerato, mis docentes eran ejemplos para seguir, ellos incentivaron también este camino y por eso decidí estudiar literatura en el 2010. Mientras estudiaba el pregrado, muchos docentes me ayudaron con mis escritos. Yo me aventuraba a escribir y esos primeros relatos estaban llenos de errores, sus correcciones me ayudaron mucho”, agregó.

De esta manera, empezó a dar pasos en la escritura.Sus textos hicieron parte de La noche intemporal y otros cuentos, las antologías Nadie vive en el panteón, Las voces alteran el espacio, Mundo iracundo, y en las revistas Visor, El Rollo y Houp.  Es autor de los libros de relatos cortos: Las luces de la ciudad publicado en el 2020 e Infortunios que salió en este 2022.

Hablemos de las minificciones atómicas. ¿Qué significa este término? ¿Por qué prefiere este tipo de relato?

En el 2011 o 2012 estuve en la Filbo y allá me encontré con el stand de la Uniquindío con libros de la Biblioteca de Autores Quindianos. Hubo uno que me llamó mucho la atención y que me obsequiaron: ‘Quien patea un perro muerto’, de Umberto Senegal. Volví a Armenia con un tesoro entre las manos. Empecé a leerlo y fue increíble encontrar cuentos tan cortos, empecé a investigar y me di cuenta de que este escritor definía con el término de cuentos atómicos a esos textos que no superan las 20 palabras. Entonces, me interesé mucho en este tipo de escritura e hice algunos intentos. Este es un recurso muy complejo porque se debe contar una gran historia en pocas palabras, no es nada fácil, pero es justamente ese ejercicio el que me permitió mejorar.

Prefiero este tipo de relato por la exigencia que implica, es todo un desafío cuando uno tiene una idea y quiere transmitirla de manera tan breve.

Sobre su participación en la Feria del libro de Bogotá, ¿qué cambia con respecto a las ocasiones anteriores? 

Aunque ya había participado en versiones anteriores en el 2020 y 2021, lo hice a través de plataformas virtuales. Esta vez, que será de manera física, me llena más de orgullo, es el escenario perfecto para dialogar con autores y lectores.

Hablemos un poco de Infortunios y Luces de la ciudad, ¿cuáles son los temas que explora en sus relatos?

Principalmente temas relacionados con los modos de habitar las calles, la ciudad y los modos de convivir. Me interesa mucho el misterio, el suspenso, el caos y el terror. Intento explorar todo eso. Durante la maestría inicié a crear una obra de 100 cuentos atómicos relacionados con la ciudad y así surge Luces de la ciudad. Fue producto de un trabajo de investigación de la maestría, en ese momento quería analizar la ciudad como superficie de inscripción de comportamientos estéticos desde el modo en el que la usan los habitantes de calle, trabajadoras sexuales, vendedores ambulantes y personas que hacen actos circenses. Todos esos recorridos cartográficos que hacía alrededor de la ciudad me llevaron a construir una serie de relatos que se fueron enriqueciendo y me permitieron crear la obra.

En el caso de Infortunios, retomé la ciudad y los temas ya mencionados, allí logro jugar con personajes y elementos con los que el lector se puede llegar a sentir identificado. También hay cuentos muy juguetones. Es un libro más de exploración en el que todos los finales de los relatos son inesperados, por eso el nombre.

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¿Cómo ha sido su experiencia en el ámbito de la publicación? ¿Qué opina del circuito editorial del Quindío?

Mi experiencia ha sido buena. Participé en una convocatoria y Luces de la ciudad ganó en la categoría de cuento. Ya en el 2021, la misma editorial me preguntó si tenía más material para publicar y en ese proceso se dio Infortunios. También he participado en antologías, por eso pienso que me ha ido bien, no obstante, ha sido en escenarios distintos a los de mi departamento, eso es un poco triste porque uno pensaría que se encuentran más oportunidades acá, pero no es sencillo. Muchas editoriales publican incluso a autores de otro lado con recursos de convocatorias. Al circuito editorial del departamento le falta mucho, es muy valioso generar espacios para publicación en antologías, hay muchos escritores quindianos que merecen ser visibilizados.