Investigadores del Departamento de Etología de la Universidad Eötvös Loránd de Hungría midieron por primera vez el sueño de siete lobos en cautiverio (seis jóvenes y un adulto) a través de métodos no invasivos. Los investigadores esperaban que los animales comenzaran a quedarse dormidos y procedían a conectarles electrodos. Si el lobo se excitaba, se detenía el proceso y se intentaba calmar al animal acariciándolo. Si el intento de asegurar los electrodos no tenía éxito durante más de 90 minutos, se abortaba la medición y liberaban al animal para que regresara con su manada.

Los registros del sueño realizaron en una habitación desconocida, después de un día relativamente activo. La muestra total de lobos grises fue de 7, un número que los investigadores reconocen es muy pequeño. Todos ellos viven en el Centro de Adiestramiento de Animales de Horkai en Gödöllő, seis son lobos jóvenes de entre 4 y 5 meses de edad de la misma camada y el restante es un lobo adulto de 13 años de edad. Todos los lobos fueron criados por humanos desde los 4–14 días hasta los 3 meses. Después de esta edad, fueron alojados en el Centro de Adiestramiento, viviendo juntos en manadas, socializando entre ellos y con encuentros frecuentes con humanos y perros extraños.

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Los investigadores lograron registrar todas las etapas del sueño (somnolencia, NREM y REM). “Hemos encontrado ligeras diferencias en los parámetros medidos, tanto entre especies como entre grupos de edad. Mientras que los perros jóvenes y los lobos muestran una distribución similar de las etapas del sueño, el tiempo que pasan en REM es menor en los perros que en los lobos, y esta diferencia es aún más notoria en los animales mayores”, escriben los autores del estudio, que fue publicado en Scientific Reports.

Este hallazgo, dicen, es intrigante ya que la cantidad de sueño REM se ha relacionado con varios efectos (y especies) diferentes, incluido el neurodesarrollo, el estrés, la domesticación, pero también consolidación de la memoria o masa cerebral relativa.

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“Aunque el tamaño de la muestra en el estudio actual es bajo y la distribución de edad de los sujetos está demasiado sesgada para sacar conclusiones comparativas, puede considerarse un primer paso importante para recopilar una cantidad adecuada de datos para describir adecuadamente el sueño del lobo”, dijo Márta. Gácsi, líder de este proyecto, investigador principal del Grupo de Investigación en Etología Comparada del MTA-ELTE. Los investigadores recomiendan que en el futuro es importante recopilar datos de más sujetos y revalidan como un éxito el uso de métodos no invasivos.

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Se han descrito estados de sueño o similares al sueño en muchas especies diferentes, desde invertebrados hasta peces, aves y mamíferos. “Los estudios en diferentes especies han demostrado que, si bien existen similitudes importantes entre algunas características del sueño entre especies, el comportamiento del sueño generalmente muestra grandes variaciones entre diferentes taxones en términos de arquitectura, duración e incluso sus características fisiológicas y neurológicas”, dicen los investigadores. En los humanos sabemos que el sueño afecta funciones fisiológicas como la inmunidad, regulación hormonal o el metabolismo, así como funciones cognitivas como el aprendizaje o la consolidación de la memoria.