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Un estudio publicado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en la revista Communications Earth & Environment presenta pruebas concretas del papel fundamental que ejercen los bosques en territorios indígenas amazónicos para detener la propagación de enfermedades. Analizando datos de 1.733 municipios distribuidos entre ocho países amazónicos, y abarcando cerca del 74% de la región, la investigación demuestra que estas zonas boscosas pertenecientes a pueblos indígenas disminuyen notablemente la incidencia de 27 enfermedades, incluidas dolencias respiratorias y otras transmitidas por vectores, como la malaria y el chagas, según la fuente original.
El informe subraya que los territorios indígenas cobijan a cerca de 2,7 millones de personas y cubren aproximadamente 2,4 millones de kilómetros cuadrados dentro de la Amazonía. Se resalta que una alta cobertura forestal —mayor al 45%— se traduce en notables reducciones de enfermedades vinculadas tanto con incendios forestales como con zoonosis, es decir, aquellas cuyo origen se encuentra en la transmisión de agentes infecciosos entre animales y humanos. Los factores detrás de este efecto protector son múltiples: mayor biodiversidad, menor interacción directa entre seres humanos y fauna silvestre, y el poder de los árboles para absorber contaminantes atmosféricos, según datos reportados en el estudio.
Esta investigación se cohesiona con otros estudios recientes al enfatizar que los derechos sobre los territorios indígenas no solo son esenciales para la protección ecológica de la región, sino también para la salud pública mundial. Paula Prist, especialista de la UICN, destaca que los bosques amazónicos funcionan como “un bálsamo para amenazas relacionadas con el fuego”, que afectan sistemas como los pulmones y el corazón, y contribuyen a la aparición de enfermedades infecciosas. Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han advertido que la degradación ambiental y los incendios agravan los niveles de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y tropicales, especialmente en el contexto del cambio climático.
Por otro lado, el impacto de los incendios forestales es especialmente alarmante: la UICN y fuentes adicionales como WWF informan que tan solo en Brasil, entre 2002 y 2011, los incendios podrían haber causado hasta 2.900 fallecimientos prematuros por afecciones cardiopulmonares y cáncer de pulmón. El cambio climático, al aumentar las temperaturas y disminuir las lluvias, intensifica este fenómeno y extiende sus consecuencias más allá de la región amazónica.




El respaldo legal a los territorios indígenas aparece como un punto central para preservar el papel sanitario y ecológico de sus bosques. Investigaciones académicas citadas, como las de la Universidad de Oxford y el Instituto de Recursos Mundiales, confirman que los pueblos indígenas gestionan de manera más sostenible sus ecosistemas en comparación con otros enfoques de conservación, gracias a su saber ancestral y prácticas resilientes que fortalecen tanto la naturaleza como la salud humana.
En un contexto de presión constante sobre la Amazonía por la deforestación, la expansión agrícola y actividades extractivas ilegales, estos hallazgos resaltan la necesidad urgente de garantizar y fortalecer los derechos indígenas. Así, se configura una estrategia integral de salud planetaria, indispensable para mitigar enfermedades zoonóticas, proteger los “pulmones del mundo” y abordar los desafíos climáticos de una región crucial para la estabilidad global.
Este enfoque muestra que la defensa ambiental y la justicia social no pueden separarse si se aspira a un porvenir sostenible y sano para la Amazonía y el planeta, reafirmando la importancia de las políticas interculturales e intersectoriales en la protección de este territorio único.
¿Por qué la biodiversidad de los bosques indígenas influye en la reducción de enfermedades? Los bosques gestionados por comunidades indígenas presentan altos niveles de biodiversidad vegetal y animal. Este equilibrio ecológico limita la proliferación de especies transmisoras de enfermedades, como ciertos mosquitos, y reduce el contacto directo entre seres humanos y fauna silvestre, disminuyendo así el riesgo de brotes de zoonosis. Además, la diversidad arbórea contribuye a procesar contaminantes del ambiente, mejorando la calidad del aire e incidiendo favorablemente en la salud colectiva, como se desprende de las fuentes citadas en la investigación de la UICN.
¿Cómo afecta la deforestación en la Amazonía a la salud fuera de la región? La deforestación y los incendios en la Amazonía no solo generan impactos ambientales locales, sino que también afectan la calidad del aire y las condiciones epidemiológicas en áreas alejadas de la selva. Según datos de la UICN y WWF, el humo y los contaminantes generados durante estos eventos pueden desplazarse cientos de kilómetros, provocando aumento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares en ciudades y regiones situadas fuera del ecosistema amazónico. Así, la protección de los bosques amazónicos resulta crucial no solo a nivel local, sino también para la salud de poblaciones distantes.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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