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Editor     Jun 3, 2025 - 12:41 pm

Por: Diana Ramos, profesora del Programa de Fisioterapia de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario; y Daniel Camilo Camargo, Gestor de Comunicaciones de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud.

El sedentarismo y la inactividad física se han convertido en problemas globales de salud pública, relacionados directamente con enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, los trastornos cardiovasculares y problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 25% de la población mundial no cumple con los niveles mínimos de actividad física recomendada, exponiéndose a un mayor riesgo de enfermedad y disminución de la calidad de vida.

En este contexto, la bicicleta se posiciona como una herramienta accesible, efectiva y sostenible para combatir estos males. “Más allá de ser un medio de transporte, se trata de una forma de movilidad activa que promueve la salud integral y contribuye significativamente a lo que hoy conocemos como Salud Planetaria”, afirma Diana Ramos, profesora del Programa de Fisioterapia de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario.

Salud física y mental sobre dos ruedas

Numerosos estudios científicos confirman que montar en bicicleta mejora la salud física y mental de personas de todas las edades y condiciones. “Sus beneficios van desde el fortalecimiento del sistema cardiovascular hasta la prevención de enfermedades crónicas, la mejora de la salud ósea y el bienestar emocional. Incluso sin cambios en el peso corporal, el ciclismo regular mejora la capacidad aeróbica, reduce la presión arterial y disminuye la frecuencia cardiaca en reposo”, argumenta la profesora.

En el ámbito de la salud mental, el uso de la bicicleta está asociado con la reducción del estrés, la ansiedad y los síntomas depresivos. Al practicarse en espacios naturales o al aire libre, potencia aún más sus efectos positivos, promoviendo sensaciones de libertad, felicidad y bienestar general.

La bicicleta, una opción para todos y todas

“Contrario a la creencia de que la bicicleta es solo para deportistas de alto rendimiento como Rigo o Nairo, existen alternativas para todo tipo de usuarios. Las bicicletas eléctricas, por ejemplo, permiten que personas con bajo estado físico, sobrepeso o poca actividad previa comiencen a pedalear con asistencia. Estas e-bikes no solo facilitan el movimiento, sino que han demostrado mejorar la fuerza muscular, los niveles de energía y el ánimo”, afirma la docente.

Personas con discapacidad también pueden beneficiarse del ciclismo, gracias a bicicletas adaptadas como las de brazo. En estos casos, se han documentado mejoras en la movilidad, independencia, composición corporal y calidad de vida. Incluso en quienes presentan trastornos del equilibrio, el ciclismo puede aumentar la confianza al desplazarse y reducir el riesgo de caídas.

El impacto positivo del uso de la bicicleta no se limita al bienestar personal. Cada viaje en bicicleta significa una menor emisión de gases contaminantes, menos ruido, reducción de la huella de carbono y mejora en la calidad del aire. Así, el ciclismo también se convierte en un acto ambientalmente responsable, con beneficios colectivos y sostenibles.

Ciudades más saludables y habitables

En ciudades como Bogotá, donde la congestión vehicular, la contaminación del aire y el estrés urbano son parte del día a día, los beneficios del uso de la bicicleta se hacen aún más evidentes. “Cambiar el carro por la bici permite ahorrar tiempo, evitar trancones, reducir la exposición a contaminantes y disfrutar de una movilidad más libre y saludable”, afirma la docente.

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