Por: Portal Bogotá

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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 16, 2025 - 6:51 am
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La iniciativa “mi Ciudad, mi Casa” impulsa una transformación fundamental en la escena cultural de Bogotá: las personas mayores, históricamente vistas como participantes pasivos, ahora asumen roles protagónicos que desafían prejuicios y reivindican su derecho a la expresión artística. Según información del artículo original, este proceso resulta del trabajo conjunto entre la Fundación Gilberto Alzate Avendaño y la Secretaría Distrital de Integración Social, y simboliza una respuesta innovadora ante el fenómeno del envejecimiento poblacional que atraviesa la capital.

El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) proyecta que, en 2025, el 15% de los habitantes de Bogotá serán mayores de 60 años. Este dato da cuenta del acelerado envejecimiento urbano y exige rediseñar las políticas públicas en función de la diversidad y el potencial de los adultos mayores. En este contexto, el Acuerdo 1000 de 2025 representa un giro relevante: la ciudad reconoce el arte no solamente como un pasatiempo, sino como un derecho y un vehículo crucial para fortalecer la cohesión social y la salud mental de los mayores, una apuesta alineada con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Más allá del escenario, la participación artística adquiere el carácter de estrategia sanitaria. Estudios citados por el Journal of Aging Studies sugieren que el arte, el teatro y la música contribuyen a una mejora significativa de la autoestima, la memoria y el bienestar psicológico en adultos mayores, con una reducción de síntomas depresivos y ansiosos tras intervenciones sostenidas. Testimonios como el de Guillermo Gutiérrez, perteneciente al programa Centro Día Casa de la Sabiduría, corroboran este hallazgo: “no importa el momento ni la edad para hacerlo”, enfatiza, reflejando la relevancia de propuestas que promueven autonomía y dignidad, como subraya la literatura especializada.

El modelo impulsado por la Subdirección para la Vejez incluye una robusta red de 30 Casas de la Sabiduría y programas como Redes de Cuidado Comunitario y Comunidad de Cuidado, cubriendo anualmente a más de 30.000 personas mayores, de acuerdo con datos de la Alcaldía Mayor. El enfoque trasciende la oferta de actividades: facilita procesos de intercambio intergeneracional, estímulos económicos y conversaciones guiadas por figuras como Rosalba Mendoza, quien aporta una dimensión pedagógica y de memoria histórica a cada experiencia colectiva.

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A nivel internacional, Bogotá sigue la tendencia de urbes como París, Barcelona y Nueva York en integrar a los mayores en la vida artística, aunque destaca por su cobertura y por un carácter intersectorial que se evidencia, según la Universidad de Manchester, en el reporte “Cities and Ageing”. Esta perspectiva privilegia la participación activa sobre la simple protección social, proponiendo un modelo más integral.

Sin embargo, el desafío es persistente. La sostenibilidad financiera, la formación de públicos diversos y la integración plena de personas mayores en el tejido urbano —limitada por obstáculos en transporte y conectividad digital— siguen siendo temas señalados en entrevistas realizadas por El Espectador a líderes locales. Superar estos retos definirá el alcance real del modelo y su potencial replicabilidad.

En síntesis, la experiencia bogotana reivindica la vejez como etapa de contribución cultural, aprendizaje y disfrute, en concordancia con el Acuerdo 1000 de 2025. El camino comienza a trazarse, pero la nueva narrativa que emerge sienta bases sólidas para repensar, desde América Latina, el lugar que ocupan las personas mayores en el arte y en la construcción ciudadana.

¿Qué es el Acuerdo 1000 de 2025? El Acuerdo 1000 de 2025 es la normativa distrital de Bogotá que reconoce a las personas mayores como actores productivos, con derechos plenos de acceso a la cultura y la participación social. Esta nueva política pública plantea no solo alternativas para combatir el aislamiento, sino también medidas para estimular el aprendizaje permanente y el goce cultural, priorizando la autonomía y la dignidad, de acuerdo con los lineamientos de la Secretaría Distrital de Integración Social.

Este enfoque resulta clave en un contexto poblacional que demanda respuestas integrales y de largo alcance ante la rápida transformación demográfica de la ciudad. Así, el acuerdo no se limita a la protección sino que trasciende hacia la promoción de espacios que dignifican la vejez e impulsan su protagonismo en la vida local.

¿Por qué es fundamental el arte en la salud mental de las personas mayores? La relevancia del arte en la salud mental tiene sustento técnico y empírico. Según el Journal of Aging Studies y análisis de la Organización Mundial de la Salud, participar en actividades artísticas favorece la memoria, la autoestima y las redes de apoyo, minimizando los síntomas de depresión y ansiedad en personas adultas mayores. Estas evidencias refuerzan la importancia de mantener políticas culturales activas en el envejecimiento.

Permitir que los adultos mayores accedan, creen y se expresen en espacios artísticos es una decisión estratégica de salud colectiva. Representa una herramienta poderosa de integración social y de prevención que, avalada por estudios y testimonios, contribuye decisivamente a la calidad y el sentido de la vida en la vejez.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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