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Desde este viernes 3 de octubre, la ciudad de Valledupar acoge la ‘Alimentatón 2025’, una campaña solidaria que se perfila como fundamental frente a la inseguridad alimentaria que afecta a cerca de 3.800 familias vulnerables de la región. Organizada gracias a la unión de la Pastoral Social de la Diócesis de Valledupar y el Banco de Alimentos, la jornada se desarrollará hasta el domingo 5 bajo el lema “Tu donación, tu sonrisa. Dona con amor” [Fuente original]. La iniciativa se presenta como una respuesta urgente y coordinada frente a una realidad social alarmante que ha sido evidenciada y confirmada por fuentes oficiales.
El contexto de esta campaña encuentra su origen en datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), los cuales señalan que, para 2024, Valledupar enfrenta una tasa de pobreza monetaria del 47,5 %. Esto implica que cerca de la mitad de los 496.000 habitantes de la ciudad sobrevive con ingresos inferiores a $468.612 mensuales, colocando a miles de hogares bajo la línea oficial de pobreza [DANE]. Ante este panorama, resulta imperativo consolidar acciones que atenúen el impacto del hambre y la desnutrición tanto en la salud de los ciudadanos como en la estabilidad social y económica local.
En palabras del párroco Jesús Torres, responsable de la Iglesia Santa María Virgen y Reina de la Paz, la Alimentatón representa “una oportunidad comunitaria para mitigar el flagelo del hambre y la desnutrición”. Torres ha instado a la comunidad a donar alimentos no perecederos esenciales como arroz, avena, harina, aceite y panela. Esta movilización solidaria pone de manifiesto el peso de la colaboración entre individuos para incidir de manera positiva sobre la vida de las personas más afectadas por la crisis alimentaria.
Para lograr una mayor participación, la organización ha dispuesto diferentes puntos de acopio en supermercados y tiendas reconocidas —Mayales, Jumbo, Makro, Tiendas ARA, Olímpica, Mi Futuro y D1—, además de una cuenta bancaria oficial que permite recibir donaciones monetarias, ampliando así el alcance y facilitando el aporte incluso a quienes no puedan acercarse físicamente [Fuente original].




Sin embargo, el problema excede la emergencia puntual. La inseguridad alimentaria en Colombia, y en especial en empleados informales y personas desempleadas de zonas urbanas como Valledupar, se relaciona con condiciones estructurales mucho más profundas. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierte que los efectos de la pandemia y la inflación de alimentos han agravado la situación para comunidades previamente marginadas [Programa Mundial de Alimentos, 2024]. Estos ejemplos demuestran que las soluciones deben ser continuas y abarcadoras.
Por su parte, el Banco Mundial resalta que, junto a las donaciones ciudadanas, es indispensable fortalecer la protección social gubernamental, ampliar el acceso a trabajos formales y robustecer la educación nutricional para lograr una disminución sostenible de la pobreza [Banco Mundial, Informe Colombia 2025]. De igual modo, estudios de la Universidad Nacional de Colombia han identificado el papel crucial de las organizaciones religiosas en la movilización social, fundamental en tiempos de crisis alimentarias, ya que ofrecen tanto recursos materiales como respaldo psicológico y comunitario [Estudio Universidad Nacional de Colombia, 2023].
En suma, el desarrollo de la Alimentatón 2025 en Valledupar representa no solo la posibilidad de aliviar necesidades urgentes, sino también una muestra palpable de responsabilidad colectiva frente a retos persistentes. Su impacto podrá extenderse si los sectores sociales, institucionales y de gobierno actúan en sintonía, orientando sus esfuerzos hacia el aseguramiento estable de la seguridad alimentaria en la región.
¿Cómo puede una campaña como la Alimentatón contribuir al bienestar psicológico de las comunidades beneficiadas?
El apoyo alimentario, más allá de atender carencias materiales inmediatas, tiene un efecto positivo en la autoestima y la estabilidad emocional de quienes lo reciben. Estudios realizados por instituciones académicas colombianas señalan que la acción comunitaria y el respaldo ofrecido por iniciativas de corte religioso proveen también un sentido de pertenencia, esperanza y reconocimiento social a las familias beneficiadas. Esta dimensión, frecuentemente opacada por la urgencia de la ayuda material, es fundamental para la recuperación y la integración de personas en situación de vulnerabilidad, fortaleciendo los lazos colectivos y reforzando la resiliencia ciudadana.
La participación activa de organizaciones religiosas, como la Diócesis de Valledupar, crea canales importantes de soporte psicológico y emocional, ya que permiten a las comunidades compartir espacios de convivencia y resolver tensiones sociales a través del acompañamiento y la solidaridad. En ese sentido, las campañas solidarias, al sumarse a acciones de promoción humana, potencian el bienestar integral de las comunidades.
¿Qué significa “pobreza monetaria” y cómo se mide en Colombia?
La pobreza monetaria, concepto utilizado oficialmente por el DANE, se refiere a la incapacidad de una persona o familia para cubrir el costo de una canasta básica de bienes y servicios utilizando sus ingresos mensuales. En el caso colombiano, este umbral se establece anualmente y, para 2024, se sitúa en $468.612 mensuales. El cálculo se realiza a partir de estudios de gasto, salario e inflación, y es fundamental para dirigir políticas sociales y económicas orientadas a la inclusión y la superación de desigualdades.
Esta medición permite cuantificar cuántas personas viven bajo condiciones de precariedad y sirve de insumo para la creación de programas de ayuda pública y privada, como la Alimentatón. Saber con precisión cuánta población está en situación de pobreza monetaria facilita también evaluar el impacto de campañas y políticas en el corto y mediano plazo.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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