El hombre aseguró a Caters que la perra llegó a su vida cuando un compañero de trabajo de ese entonces pasó por su barrio vendiendo 4 cachorros, cada uno a 5.000 pesos filipinos (283.000 pesos colombianos).

Todos se vendieron rápidamente, menos Putol debido a que le faltaban 2 patas y todos creían que no viviría mucho tiempo. “Fui el único que tuvo el coraje de cuidarla. Nos arriesgamos porque nos compadecimos de ella”, comentó Danilo a la agencia de videos.

El dueño del animal agregó que Putol luchó al principio para caminar en sus patas delanteras, pero a los 2 años aprendió a balancearse y ahora, que camina sin dificultad, es la atracción principal en su barrio.

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En declaraciones recogidas por Daily Mail, Danilo indicó que su mascota es bastante protectora con él: “Putol se comporta como una perra guardiana y ladra cuando un extraño está cerca”. De hecho, el amor del animal hacia su dueño es tan grande, que se pone celoso cada vez que el hombre le presta atención a otro perro.

El filipino también indicó que Putol es tan amigable como cualquier otro can y por eso es “muy querida en el barrio”. La única diferencia que tiene con los demás perros es que por su condición no puede tener cachorros.