Cuando su padre falleció en el año 2016, Hinkle se prometió que un día iba a tapar el orificio para el dedo pulgar con las cenizas de él y lograría un puntaje perfecto de 300, publica el canal local WMBD.

Y aunque pasaron 5 años, esta promesa se cumplió el pasado lunes de abril en una bolichera de su ciudad natal Peoria, en Illinois. Allí, de un el primer intento, logró ese puntaje perfecto con las cenizas de su padre dentro de la bola.

Con cada chuza lograda, John Hinkle se emocionaba más y recordaba con amor a su papá, también llamado John y quien lo impulsó a que fuera jugador profesional de bolos.

 

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“Tenía lágrimas en los ojos en los tiros 11 y 12. No podía decirte a dónde fue la última bola, tenía tantas lágrimas al momento de lanzarla”, expresó al estadounidense al mismo canal.

Hinkle relató que a lo largo de su vida deportiva ha logrado el puntaje perfecto en varias ocasiones, pero el logrado en honor a su padre ha sido el más satisfactorio, el mejor y la vez el más difícil.

Es especial. Papá disparó 298, 299, pero nunca logró un 300. Tenía la piel de gallina, escalofríos”, finalizó John a WMBD.