El miedo y la mentira son las herramientas que emplea el Centro Democrático y sus aliados cuando no tienen argumentos serios para el debate. En la larga lista está la campaña del ‘no’ contra el Plebiscito por los acuerdos de paz, plagada de engaños y de terror. Es la misma estrategia que utiliza en los tiempos electorales y cuando se siente acorralado.
Por eso, no es novedoso que para atacar el Paro Nacional programado para este 21 de noviembre hayan recurrido al montaje. La más peligrosa es la incitación al miedo, con la argucia de acciones violentas desde la organización del movimiento de protesta, alimentando odios y abriéndole la puerta a quienes crean que el descontento se combate con las armas. El Gobierno y por supuesto, el Centro Democrático han asegurado que el paro es promovido desde el exterior por agitadores internacionales que supuestamente movilizaron a los chilenos y a los ecuatorianos.
¡Falso! Ni los asesinatos de líderes sociales, ni la peligrosa situación del Cauca y el Catatumbo, ni los retrocesos en las políticas sociales, ni la torpeza en la política internacional, ni el incumplimiento a los acuerdos de paz, ni el asesinato de siete niños en el Caquetá, ni la intención de afectar los derechos de los trabajadores y de los pensionados requieren de agitadores internacionales para que la sociedad civil se movilice en rechazo.
Sigue en aumento alarmante la violación a los derechos humanos y la actitud retadora del Gobierno de no mover un dedo para tomar medidas que le pongan freno a esas acciones.
Pero la ciudadanía está reaccionando.
Los resultados en las elecciones regionales dan pistas de lo que está pasando por la cabeza de los colombianos que día a día ven que su calidad de vida se deteriora ante la indolencia de un gobierno y del Centro Democrático, que han pretendido devolver el país al pasado y borrar de un plumazo el camino recorrido hacia la verdad y la reconciliación.
En una democracia deben brindarse todas las garantías para que la población se exprese libremente, sin censuras, ni estigmatizaciones. Ellos, los del Centro Democrático, organizaron protestas cuando eran oposición e incluso pidieron la renuncia de Juan Manuel Santos. Y ahora se rasgan las vestiduras queriendo hacerle creer a sus seguidores y al mundo de que todo está bien, cuando nada está bien.
El Paro Nacional del 21 de noviembre es la oportunidad de expresar pacíficamente el descontento por lo que ha pasado en estos 15 meses del presidente Iván Duque y llamar la atención sobre el peligro que representa para el país que quienes lo administran crean que la vía es la violencia, la retaliación y gobernar para los intereses de los grupos económicos. Lo que debería hacer el Gobierno es garantizar la protesta social, que es un derecho fundamental, como lo establece la Constitución Nacional.
¿Qué necesita el Gobierno de Iván Duque para entender que va por el camino equivocado?
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