La guerra en Vietnam era un infierno. Los soldados norteamericanos veían como de la mano de un niño campesino con cara de ángel podía salir una granada y volarlos en pedazos. Nadie sabía bien que hacían allí, pues la verdad aquel país no tenía valor geoestratégico alguno.

El gobierno del Tío Sam se tomó aquello muy en serio. Después del ridículo de la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, el mensaje que había que lanzarle al mundo era que el comunismo no podía avanzar. Pero la contienda no iba bien, la frase del líder comunista Ho Chi Minh se estaba convirtiendo en realidad: “Por cada diez de los nuestros que matéis, nosotros mataremos a uno de los vuestros. Y al final vosotros os cansaréis antes”.

Como la guerra de guerrillas era un suplicio para las tropas se diseñó una estrategia novedosa. Una no llevada a cabo antes jamás. Lanzar desde el aire ochenta millones de litros de un herbicida que pasó a la historia como el “agente naranja”. El motivo era supuestamente que aquel producto derribaría la selva dejando a la vista al enemigo. Pero la realidad era muy distinta, se fumigaron más de 20 mil aldeas en Vietnam y los países aledaños para que su población campesina fuera a las ciudades y así no pudieran apoyar a los comunistas. La guerra terminó con la primera derrota que los norteamericanos sufrieron en su historia. Pero sus agentes químicos quedaron en el terreno.

Uno de sus compuestos conocido por el nombre de TCDD, que lleva una toxina altamente venenosa, sigue matando gente 50 años después en los campos de Vietnam. También se afectaron muchos de los soldados norteamericanos, que demandaron a su gobierno en 1984. El juicio terminó con una indemnización a los veteranos de guerra por valor de 93 millones de dólares. Cuando las víctimas vietnamitas demandaron tan solo obtuvieron silencio como respuesta.

A día de hoy se calcula en 3 millones los vietnamitas que permanecen con su salud afectada por aquella barbarie. Ningún tribunal internacional ha condenado todavía los hechos como crimen de guerra. Pero lo peor ha sido el medio millón de niños que nacieron con malformaciones y fallecieron como perros en estas décadas, sin que nadie haya hecho nada. Niños de familias campesinas sin recursos que fueron condenados a una muerte en vida.

Desde el año 2012 el gobierno norteamericano está limpiando tierras en Vietnam de este producto químico. Pero además de la falta de recursos, la tarea es casi imposible pues la toxina ya está en los acuíferos y en capas subterráneas.

Ahora en Colombia nos planteamos utilizar glifosato, inventado por la misma empresa, Montsanto, y prohibido ya en 18 países para acabar con los cultivos ilegales. Después de tres sentencias en los tribunales que lo implican como agente cancerígeno, y después de que la administración norteamericana demostrara fraude en las pruebas de control que se hicieron del producto décadas atrás.

Al igual que en Vietnam seguro acabamos con la selva, también con los cultivos de coca, y de paso con los campesinos cuyo único delito es vivir en una zona de conflicto.   

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